lunes, mayo 30, 2016

81 casillas

Llevaba varios meses tratando de resolver un sudoku de nivel avanzado cuando, ante la certeza de su incapacidad para llegar a una respuesta única, se levantó e iracundo, lanzó una interminable lluvia anegando el archipiélago nipón.

jueves, mayo 26, 2016

La vida vivida

Sabía de sobra que, a su edad, él ya comenzaba a codiciar mujeres jóvenes. Al menos, veinte años más jóvenes. Mujeres bonitas y candorosas como ángeles o impertinentes e insaciables perritas. Tantas como cupieran en una noche, en una canción. Pero todas ellas debían cumplir aquel apremiante requisito de la carne tierna y el alma aún vacía, expuesta a su total influjo. Mente simple y lengua larga como la de una mariposa. Las extremidades abiertas, a la latente espera. Algo completamente opuesto a sus deseos, donde se cumplía la fórmula contraria. Pues, a menos que se tratara de una mente brillante, para ella carecería de cualquier interés la juventud en un hombre, primando la vida arrastrada, complicada y, a buen seguro, los sentimientos difíciles, abrasivos, suicidas. El desarraigo del corazón al cuerpo. Las oscuras conversaciones, el humo, el alcohol. El todo o nada. Morir si es preciso. En definitiva, la vida vivida.

miércoles, mayo 25, 2016

El columpio

Lleva meses eligiendo ese banco. Con el corazón esperanzado, aguarda. Cuando ya se da por vencido, una princesita se sube y se balancea fuertemente. Un día más la maquinaria funciona.

martes, mayo 24, 2016

Dibujar a Ajmátova

Cómo dibujar a Maiakovski sin reparar en Ajmátova, en sus ojos verdes, en su tierra blanda. Sé que os sorprende que no me detenga en Lily Brik. Os diré por qué. A Lily la tenía, a ella y a Osip. Tenía el pack completo, pero a la acmeísta la deseaba, aunque lo expresara tan violentamente. Sabía que, de conseguirla, caería muerto de amor. Cuando Maiakovski se transparentaba tenía una Ajmátova desnuda por corazón.

viernes, mayo 20, 2016

Amor controlado

A Javier Puche.

Se ha comprado el último modelo de impresora. Es una máquina bellísima. Láser. Multifunción. Silenciosa. Bordes redondeados simulando dunas. Al atardecer, se sienta en su mesa y escribe. Una frase basta como pretexto para ponerla en funcionamiento. Teclea “estoy aquí” e imprime. Aquel aparato, emite un bip y suspira, mientras escupe dulcemente el papel.  Haciéndose el distraído, se percata patéticamente del mensaje impreso con un “oh”. Y lee “estoy aquí”. La emoción lo embarga. Y vuelve a teclear “te echaba tanto de menos, amor”. Da la orden de impresión y, de nuevo, suena el bip; sólo después, el lánguido suspiro. “Oh", repite con falsa sorpresa. Cuando está satisfecho de tantas absurdas dulzuras, la apaga y ésta deja de titilar. Mientras espera la llegada del sueño, fantasea con las frases que, al día siguiente, recibirá.
Lástima que lo encontraran muerto sobre su mesa. Yacía junto a la impresora, que con luz de alarma y sonido estridente, reclamaba tinta sin descanso. En la mano, guardaba con fuerza, un pequeño estuche de tóner vacío.

Truman Capote

jueves, mayo 19, 2016

Ver


Y fue el ciego, que caminaba a pasos cortos, con ayuda de su delgado bastón y de aquel nervioso repiqueteo a izquierda y derecha, clic clac clic clac, el único que vio lo que se nos venía encima.

martes, mayo 17, 2016

Fantasía

Tras una intensa tarde de álgebra y literatura, de ejercicios incomprensibles, quiso el niño averiguar la procedencia de aquella luz que le distraía, y rebuscando en la papelera, entre gurruños de papel y restos de sacapuntas, apareció aquel huevo de unicornio.

viernes, mayo 13, 2016

Viaje de ida

Por un poderoso e incontrolable impulso, se subió a aquel artefacto y pedaleó. Lo hizo sin descanso. Pedalear y pedalear. Por carreteras principales, secundarias y tortuosos caminos. Al día le sucedió la noche y el corredor continuó infatigable. Día tras día, noche tras noche. Por senderos y a campo abierto. Junto al mar, alrededor de escarpadas montañas. Apagó su sed a la orilla del río. Se alimentó de insectos y plantas. Dejó atrás familia y amigos. Enemigos y desconocidos. Trabajo. No sabía, no sospechaba, que perseguía el futuro. Aquel al que le dio esquinazo nada más comenzar a pedalear.

martes, mayo 10, 2016

Diálogos imaginarios ii

Guardo un secreto.
¿Qué clase de secreto?.
No es un gran secreto. Lo guardo, más bien por pudor.
¿Y por qué me lo dices? ¿acaso quieres librarte de él?
Es posible. No estoy segura. Está ahí siempre. Latiendo bajo la piel. Recordándome que no se marchará sin más. ¿Quieres saber de qué se trata?
No estoy seguro. Es tu secreto. Nadie debería desvelarlo. Ni siquiera tú misma. ¿Qué derecho tienes?
No me asustes.
Si me lo cuentas, ¿cómo podré confiar en ti desde ahora sabiendo que no eres capaz de guardar ni tus propios secretos?
Creí que te gustaría.
¡Claro que me gustaría que no tuvieras ningún secreto! Por quién me tomas. 
¿Entonces, quieres que te lo cuente?
No. No quiero saberlo.
No se trata de un gran secreto. Simplemente me atenaza un pequeño recuerdo.
Tan pequeño no será cuando te tortura hasta el silencio.
¡Oh, por Dios! No me tortura.
¿Y, entonces, por qué lo guardas con tanto celo?
Ya te dije, por pudor.
Qué patraña.
Da igual. 
Da igual ¿qué?
Da igual. Olvídalo.
Claro. Como si fuera tan fácil olvidar que guardas un secreto.
¿Te lo cuento?
Ni hablar. Te arrepentirás al segundo de haberlo hecho. Me reprocharás con el tiempo que lo haya sabido. ¿Te sentirás mejor?
Eso creo.
Desembucha.
Se despidió de mí minutos antes de suicidarse.
Qué te dijo.
Me mandó un breve mensaje que decía “has sido importante”. Y aquí viene la tortura. Yo no sabía de qué hablaba y, mucho menos, cuáles eran sus intenciones.
Y qué le dijiste.
Le pregunté que por qué me decía eso, que se lo agradecía pero que no lo comprendía. ¿Había hecho algo sin saberlo?
Y qué contestó.
No contestó.

lunes, mayo 09, 2016

El poeta.



El poeta, con gestos demorados, tomó asiento frente a su mesa de trabajo y, en su libreta de anodinas anotaciones, escribió el verso que había soñado. Con una bellísima Montblanc y acompañado de un hermoso rasgueo de patas de araña esculpió un verso. Los versos no son los mismos de otro modo, aclaró entre bisbiseos para ese otro desdeñoso yo que le acompañaba siempre. Después, atrajo hacia sí una gran pila de papeles, y con la ayuda de una máquina, comenzó a calcular tipos de interés, rentabilidades acumuladas y desviaciones numéricas y continuó haciéndolo durante el resto del día y, súbitamente, le asaltó la oscura idea de que también al día siguiente y al otro y al otro, calcularía más cifras interminables y que, aquel verso, quedaría huérfano y olvidado en su libreta hasta el día de su muerte que, claramente, premonizaba sobre su mesa de trabajo. Tras lo cual empezó a llorar. Y todo este drama le trajo de nuevo la necesidad de escribir otro verso, todavía más hermoso y trágico y definitivo que el anterior, que rasgó en el papel rayado de su estúpida libreta y, calculó divisas, coeficientes de liquidez y procedimientos excepcionales del mercado financiero sin descanso cuadrándole todo al último céntimo, hasta que un sentimiento, ahora de profunda satisfacción, le obligó a anotar, antes de poder olvidarlo, un verso magnífico, redondo, sonoro, whitmaniano… y en fin, para qué aburrirles.

viernes, mayo 06, 2016

Buenos modales

Este matrimonio antediluviano, lleva al extremo su distinguida educación. Todos los gestos son comedidos. Las palabras, correctas. Los sentimientos, dominados. Cuando yacen juntos, en la sutil cama, ni un gemido escapa de sus gargantas. Orgasmos silenciosos, que después, no comentan. Así que, no es de extrañar que cuando, durante el almuerzo, él se atraganta con el finísimo hueso de un anca de rana, haga todo lo posible por pasar desapercibido. Disimula mientras agoniza. Lucha elegantemente contra la muerte frente a su mujer. Oculta su rostro, que pasa del blanco al rojo, hasta que, por fin, fallece sobre la mesa, doblado, como un títere sin brazo que lo sostenga.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...