Por un poderoso e incontrolable impulso, se
subió a aquel artefacto y pedaleó. Lo hizo sin descanso. Pedalear y pedalear.
Por carreteras principales, secundarias y tortuosos caminos. Al día le sucedió
la noche y el corredor continuó infatigable. Día tras día, noche tras noche.
Por senderos y a campo abierto. Junto al mar, alrededor de escarpadas montañas.
Apagó su sed a la orilla del río. Se alimentó de insectos y plantas. Dejó atrás
familia y amigos. Enemigos y desconocidos. Trabajo. No sabía, no sospechaba,
que perseguía el futuro. Aquel al que le dio esquinazo nada más comenzar a
pedalear.
Cuaderno de apuntes de ESTHER CABRALES
Las ilustraciones que aparecen en este blog son fruto de la autora.
viernes, mayo 13, 2016
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