Guardo tu voz
como quien guarda un pequeño insecto.
De vez en cuando,
si me oprime el pecho,
abro la caja
y trato de escuchar a aquella extraña criatura,
agito el pequeño habitáculo para comprobar si aún está viva,
entonces, si los hados son favorables, suena la voz,
y doy un respingo
al comprobar
que no era así como la recordaba.
Es lacónica y cansada.
Si no lo son,
y ya nunca lo serán,
cierro la caja,
con la vaga esperanza
de oírlo en sueños.
Sueños bonitos de insecto.
De patas y zumbidos
que cosquillean la memoria.
Esther Cabrales (Madrid, 1973). Poeta. Ha cursado estudios de Derecho y de Filología Hispánica que jamás concluyó, porque siempre estuvo profundamente dedicada al sector financiero. Ha publicado Erosión (Renacimiento, 2017), Cuerpos (Renacimiento, 2019), Animal (Torremozas, 2021), Lengua muerta (Páramo, 2021), Mondo (Bajamar, 2024). Poemas suyos han sido incluidos en antologías nacionales, como son Rojo Dolor (Renacimiento, 2021), Distopía en femenino (Elenvés, 2023).
miércoles, marzo 23, 2016
Guardo tu voz
Quiero
Quiero pensar
que la vida real
no es la de tu última conexión
mientras duermo profundamente.
Esa presunta vida
de mujeres loquísimas y bellas,
esclavas.
La de conversaciones
a punto de quemar la voz,
al filo de la palabra,
de las que matan y resucitan y
vuelven a matar,
o quizás de verdadera literatura,
la de alcohol y humo y alumbramiento,
de hallazgos y revelaciones,
faulkerianos, maupassantianos, pitolianos o borgianos.
What are you
talking about?
Quiero pensar
que la vida real
es la del último libro que estoy leyendo,
la de comprar leche y café,
y por qué no, leguminosas.
La de amanecer muy temprano
con el propósito de trabajar para otro
y dejarte los ojos y la vida en ello.
La de mirar a través de la ventanilla del tren,
y divisar una hilera de pájaros
sobre un cable de alta tensión.
La de llorar pero también reír.
La de caminar entre tanta gente
y regresar una y otra vez.
Quiero pensar
que la vida real
es, simple y llanamente,
esta deriva, de no saber.
que la vida real
no es la de tu última conexión
mientras duermo profundamente.
Esa presunta vida
de mujeres loquísimas y bellas,
esclavas.
La de conversaciones
a punto de quemar la voz,
al filo de la palabra,
de las que matan y resucitan y
vuelven a matar,
o quizás de verdadera literatura,
la de alcohol y humo y alumbramiento,
de hallazgos y revelaciones,
faulkerianos, maupassantianos, pitolianos o borgianos.
What are you
talking about?
Quiero pensar
que la vida real
es la del último libro que estoy leyendo,
la de comprar leche y café,
y por qué no, leguminosas.
La de amanecer muy temprano
con el propósito de trabajar para otro
y dejarte los ojos y la vida en ello.
La de mirar a través de la ventanilla del tren,
y divisar una hilera de pájaros
sobre un cable de alta tensión.
La de llorar pero también reír.
La de caminar entre tanta gente
y regresar una y otra vez.
Quiero pensar
que la vida real
es, simple y llanamente,
esta deriva, de no saber.
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