
No hay nada más hermoso
que una amapola
naciendo
entre la nieve.
Como una boca
que se abre
en un grito oscuro.
Las amapolas,
como los hombres,
nacen y mueren casi al instante.
No hay nada más sublime
que una amapola
muriendo
entre la nieve,
en un grito que escapa,
creando espacio
sólo para el nacer de una nueva amapola,
de una boca,
de un poema
balbuciente,que al menos relate
la belleza de la nieve.