martes, junio 10, 2025

Amar siempre

A veces me sucede que tengo tantas cosas que decir, que no sé bien por dónde empezar y, finalmente, no digo nada. Digo decir cuando quiero decir escribir. Escribir. Qué hermosura de verbo, tanto, que es el título de ese libro de Duras que, seguro, no has leído. Debes hacerlo. Bueno, ni tan así. Debes hacerlo si dentro de ti hay algo que te empuja a hacerlo. ¿Puedes seguir viviendo sin leerlo? Por supuesto que sí. Pero una vez leído, eres otra persona, eres otro escritor.

Han sucedido tantas cosas desde que no paso por aquí, han sido tantas las historias que me han obligado a detenerme a pensar. Escribir, ese proceso interior, ese salirse de uno mismo, ese -recordando a la autora- aullar en silencio. Y no siempre uno escribe lo que realmente quiere escribir, sino que escribe lo que se deja escribir, son las palabras las que te eligen y, eres tú quien, puede o no puede llevarlas a un buen fin, darles un buen uso, una fértil salida. Así uno empieza a escribir, reuniendo unas pocas pobres palabras, empujado por la fuerza del entusiasmo o de la compasión o de la alegría o de la tristeza o de la furia. Y nace, si es que algo nace, un poema, un texto, un resplandor. Así he podido, apenas, escribir mi último poemario. Tan fragmentariamente que parece haber pasado un siglo desde el primer verso. Y ahora que acabé, qué me depararán los días. Lecturas. Aunque, a decir verdad, la lectura siempre está, siempre ha estado, como un buen amigo, a mi lado. De hecho, cuando busco soledad, introspección, entre tanto desorden, encuentro consuelo en la lectura. Sólo así sé quién soy. De manera que, últimamente, mi mejor amigo es Stephen King. Llegué tarde a él, pero qué manera de llegar.



Amo a este tipo, su universo imaginario, su peculiar mirada azul. Amo sus libros y amo a sus personajes. Y me encanta que me haga sentir como una pueril escritora que nada más anhela en la vida que escribir. Amo amar. Y aquí aparecen como un ángel Rubén Darío y sus versos, “Amar, amar, amar, amar siempre”.

 

Amar siempre

A veces me sucede que tengo tantas cosas que decir, que no sé bien por dónde empezar y, finalmente, no digo nada. Digo decir cuando quiero d...