miércoles, enero 14, 2009

Enero y sus límites

Este frío invierno se adhiere a la piel

como una musaraña precipitada,

dibujando los contornos de mi cuerpo

a golpe de uña y hiel.

Mis límites absurdos de triste enero

se confunden con el vaho de tu boca

cuando auspicia alguna promesa remota.

La lluvia siempre me recuerda a muerte.

A padres.

La nieve siempre me despierta un dolor obsceno

que palio con tu cuerpo desnudo y cálido,

al que recibo entre sábanas y susurros

con la avidez de un recién nacido.

Este frío de enero se pega a la piel

como la seda roja a la porcelana.

Así es como limita mi cuerpo

con la entristecida lejanía

de este invierno cruel.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...