Llevabas un revólver cargado
de flores y bolas de nácar,
en su interior, gajos como labios,
cuyo movimiento imita
la inagotable rotación de los planetas.
Me diste en la cabeza,
y de las sienes me brotaron amapolas.
Alguien dijo: “recuerda
que morirás”
pero para entonces
ya estaba abierta la caja
de los truenos y las noches.
No entendía nada más de lo que decía,
no comprendía aquel código de gorgoritos,
aquel jilguero encerrado en la voz.
A veces, cosas que no sé y
nubes desesperadas
se alejan de mi gran serpiente metálica.
El feliz asombro de Virginia Woolf
al saber
que no se orinó al morir
-cuando soñaba una muerte de ceniza
mojaba la falda-.
Esther Cabrales (Madrid, 1973). Poeta. Ha cursado estudios de Derecho y de Filología Hispánica que jamás concluyó, porque siempre estuvo profundamente dedicada al sector financiero. Ha publicado Erosión (Renacimiento, 2017), Cuerpos (Renacimiento, 2019), Animal (Torremozas, 2021), Lengua muerta (Páramo, 2021), Mondo (Bajamar, 2024). Poemas suyos han sido incluidos en antologías nacionales, como son Rojo Dolor (Renacimiento, 2021), Distopía en femenino (Elenvés, 2023).
martes, noviembre 03, 2009
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