martes, septiembre 22, 2009

Y con la cabeza sobre tu pecho
oscilando en la penumbra
sin pensar
o, por qué no, pensando en las orillas de este poema
que se circunscribe en el silencio,
en el viento abisal de tu voz quebrada,
en el lenguaje incoherente del amor,
en Ciorán y en todos los apátridas del tiempo,
en nuestros hijos –esos que no han nacido y que jamás nacerán-,
en los poetas muertos,
en las bocas llenas de flores,
en el tiempo que caerá sobre mis manos,
sobre nosotros en la penumbra en el dolor de palabras extranjeras como amor poema o yo.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...