domingo, enero 03, 2010

Introito


Un pez de plata
se come la punta de la luna
iluminándose por dentro.
Como en el grito de tus poemas,
los grandes se comen a los pequeños,
para después eructar un exquisito plancton poético.

Sé de tu tendencia a ingerir
esa clase de migajas.

Te delata el raigambre de tu aliento,
y la voluntad de estilo
al recrujir la voz
cuando distraídamente dices poema.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...