viernes, mayo 13, 2016

Viaje de ida

Por un poderoso e incontrolable impulso, se subió a aquel artefacto y pedaleó. Lo hizo sin descanso. Pedalear y pedalear. Por carreteras principales, secundarias y tortuosos caminos. Al día le sucedió la noche y el corredor continuó infatigable. Día tras día, noche tras noche. Por senderos y a campo abierto. Junto al mar, alrededor de escarpadas montañas. Apagó su sed a la orilla del río. Se alimentó de insectos y plantas. Dejó atrás familia y amigos. Enemigos y desconocidos. Trabajo. No sabía, no sospechaba, que perseguía el futuro. Aquel al que le dio esquinazo nada más comenzar a pedalear.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...