jueves, julio 08, 2010

Sólo después...

como harapos
con los ojos bien abiertos
–estáticos, no vaya a ser que alguien crea que estamos vivos-
y los puños apretados hasta uñarnos,
aguardamos en silencio
la lenta evasión de la noche.
Como harapos, respiramos, medio rotos.
Y soñamos contigo, niño imaginario,
mientras el cielo llora.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...