Siempre deploré que un extraño me lavara la cabeza pero, cuando mi aspecto ya comenzaba a acercarse peligrosamente al de Crussoe, decidí acudir a una prestigiosa coiffure en la Rue de Saint-Honoré. Allí, una lánguida señorita de indeterminables dedos, me envolvió en cientos de toallas perfumadas y, sin mediar palabra, me acomodó en un gran sillón, al que caí rendido. Al instante, millones de dedos masajeaban mi cabeza casi pornográficamente. Cerré los ojos, pero fue peor, pues la intensidad se multiplicó hasta lo infame. Y ya no pude hacer nada por salvarme, pues aquellos dedos torturadores profundizaron y se hundieron hasta llegar a mi cráneo, que atravesaron dulcemente y extirparon mi atemorizado cerebro que temblaba como un pájaro caído del nido. A día de hoy, continúo lavando cabezas. Aún espero, ansiosa, la llegada de mi próxima víctima, un asesino a ser posible, y despojarme, definitivamente, de este cretino insulso.
Esther Cabrales (Madrid, 1973). Poeta. Ha cursado estudios de Derecho y de Filología Hispánica que jamás concluyó, porque siempre estuvo profundamente dedicada al sector financiero. Ha publicado Erosión (Renacimiento, 2017), Cuerpos (Renacimiento, 2019), Animal (Torremozas, 2021), Lengua muerta (Páramo, 2021), Mondo (Bajamar, 2024). Poemas suyos han sido incluidos en antologías nacionales, como son Rojo Dolor (Renacimiento, 2021), Distopía en femenino (Elenvés, 2023).
lunes, febrero 15, 2016
La coiffure de Saint-Honoré
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Adonde te lleve el cabo de un hilo.
U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...

-
El hombre aproximativo , de Tristán Tzara . ... un tronco de árbol puesto sobre el borde fuma todavía espesas nubes y un bosque querría pega...
-
T odo empezó mañana , cuando la niña rica se pregunta, mientras contempla sus dedos de porcelana qué hubiera sido de ella de haber nacido al...