
descubro en mí
a aquellas tan otras
que son yo
la tragedia de la palabra
herida
y su perspectiva de la nada
urdiendo amapolas
con sus coágulos negros –acaso mirlos-
y el cielo rojo
desde un tren cualquiera
-añorando la ciudad abandonada y regresada-
me rindo
a mi entrecortado lenguaje
que en su tartamudez oculta
el miedo
a no ser
a no poder ser