jueves, febrero 04, 2016

[...]

Acallo mi euforia.
Ahogo a la niña.
Me coso los labios.
No digo.
Me digo
no hables, no escribas.
Ahora sí
estás muerta.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...