miércoles, febrero 18, 2009

Y cuando sus ojos azules miraron al suelo,
brotó un océano entristecido
en donde flotaba, alejándose, su sonrisa.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...