jueves, mayo 19, 2016

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Y fue el ciego, que caminaba a pasos cortos, con ayuda de su delgado bastón y de aquel nervioso repiqueteo a izquierda y derecha, clic clac clic clac, el único que vio lo que se nos venía encima.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...