Guardo un secreto.
¿Qué clase de secreto?.
No es un gran secreto. Lo guardo, más bien por pudor.
¿Y por qué me lo dices? ¿acaso quieres librarte de él?
Es posible. No estoy segura. Está ahí siempre. Latiendo bajo la piel. Recordándome que no se marchará sin más. ¿Quieres saber de qué se trata?
No estoy seguro. Es tu secreto. Nadie debería desvelarlo. Ni siquiera tú misma. ¿Qué derecho tienes?
No me asustes.
Si me lo cuentas, ¿cómo podré confiar en ti desde ahora sabiendo que no eres capaz de guardar ni tus propios secretos?
Creí que te gustaría.
¡Claro que me gustaría que no tuvieras ningún secreto! Por quién me tomas.
¿Entonces, quieres que te lo cuente?
No. No quiero saberlo.
No se trata de un gran secreto. Simplemente me atenaza un pequeño recuerdo.
Tan pequeño no será cuando te tortura hasta el silencio.
¡Oh, por Dios! No me tortura.
¿Y, entonces, por qué lo guardas con tanto celo?
Ya te dije, por pudor.
Qué patraña.
Da igual.
Da igual ¿qué?
Da igual. Olvídalo.
Claro. Como si fuera tan fácil olvidar que guardas un secreto.
¿Te lo cuento?
Ni hablar. Te arrepentirás al segundo de haberlo hecho. Me reprocharás con el tiempo que lo haya sabido. ¿Te sentirás mejor?
Eso creo.
Desembucha.
Se despidió de mí minutos antes de suicidarse.
Qué te dijo.
Me mandó un breve mensaje que decía “has sido importante”. Y aquí viene la tortura. Yo no sabía de qué hablaba y, mucho menos, cuáles eran sus intenciones.
Y qué le dijiste.
Le pregunté que por qué me decía eso, que se lo agradecía pero que no lo comprendía. ¿Había hecho algo sin saberlo?
Y qué contestó.
No contestó.
Esther Cabrales (Madrid, 1973). Poeta. Ha cursado estudios de Derecho y de Filología Hispánica que jamás concluyó, porque siempre estuvo profundamente dedicada al sector financiero. Ha publicado Erosión (Renacimiento, 2017), Cuerpos (Renacimiento, 2019), Animal (Torremozas, 2021), Lengua muerta (Páramo, 2021), Mondo (Bajamar, 2024). Poemas suyos han sido incluidos en antologías nacionales, como son Rojo Dolor (Renacimiento, 2021), Distopía en femenino (Elenvés, 2023).
martes, mayo 10, 2016
lunes, mayo 09, 2016
El poeta.

El poeta, con gestos demorados, tomó asiento
frente a su mesa de trabajo y, en su libreta de anodinas anotaciones, escribió
el verso que había soñado. Con una bellísima Montblanc y acompañado de un
hermoso rasgueo de patas de araña esculpió un verso. Los versos no son los
mismos de otro modo, aclaró entre bisbiseos para ese otro desdeñoso yo que le
acompañaba siempre. Después, atrajo hacia sí una gran pila de papeles, y con la
ayuda de una máquina, comenzó a calcular tipos de interés, rentabilidades
acumuladas y desviaciones numéricas y continuó haciéndolo durante el resto del
día y, súbitamente, le asaltó la oscura idea de que también al día siguiente y
al otro y al otro, calcularía más cifras interminables y que, aquel verso,
quedaría huérfano y olvidado en su libreta hasta el día de su muerte que,
claramente, premonizaba sobre su mesa de trabajo. Tras lo cual empezó a llorar.
Y todo este drama le trajo de nuevo la necesidad de escribir otro verso,
todavía más hermoso y trágico y definitivo que el anterior, que rasgó en el
papel rayado de su estúpida libreta y, calculó divisas, coeficientes de
liquidez y procedimientos excepcionales del mercado financiero sin descanso
cuadrándole todo al último céntimo, hasta que un sentimiento, ahora de profunda
satisfacción, le obligó a anotar, antes de poder olvidarlo, un verso magnífico,
redondo, sonoro, whitmaniano… y en fin, para qué aburrirles.
viernes, mayo 06, 2016
Buenos modales
Este matrimonio
antediluviano, lleva al extremo su distinguida educación. Todos los gestos son
comedidos. Las palabras, correctas. Los sentimientos, dominados. Cuando yacen
juntos, en la sutil cama, ni un gemido escapa de sus gargantas. Orgasmos
silenciosos, que después, no comentan. Así que, no es de extrañar que cuando,
durante el almuerzo, él se atraganta con el finísimo hueso de un anca de rana,
haga todo lo posible por pasar desapercibido. Disimula mientras agoniza. Lucha
elegantemente contra la muerte frente a su mujer. Oculta su rostro, que pasa
del blanco al rojo, hasta que, por fin, fallece sobre la mesa, doblado, como un
títere sin brazo que lo sostenga.
viernes, abril 29, 2016
lunes, abril 25, 2016
El preso
El criminal confinado entre miles de barrotes, apresado con cientos de llaves, cercado tras decenas de sólidos muros, en una isla remota, a kilómetros y kilómetros de la humanidad, riega dócilmente un lirio en su celda. Su malignidad está a salvo.
Y llora en silencio cuando, del exterior, llegan gratas noticias, como exterminios, asesinatos en masa o alguna violación a una joven novicia.
jueves, abril 21, 2016
El bebé.
Pasear a su bebé
resulta ser uno de los momentos más placenteros del día. Aquel cochecito, azul
noche, de ruedas plateadas, amplias y brillantes, avanza lentamente calle
arriba, calle abajo, arrojando destellos aquí y allá. Nadie podría adivinar que
se aproxima inexorablemente el pináculo de su tristeza. Al llegar a casa,
Teresa deja suavemente el cochecito en el salón. Raudos, sus dos hermanos,
llegan levantando sendas armas de plástico, batiéndolas locamente, como
intrépidos corsarios, hasta que divisan el lindo cochecito, que les hace
detenerse en seco y reflexionar. Se acercan al pequeño y mullido habitáculo,
con sospechoso sigilo, hasta divisar al soñoliento bebé. Se miran, sonríen, le
miran y, como si hubieran sentido una clarísima revelación simultánea, sueltan
sus aburridas armas y lo cogen con violencia, haciéndolo volar y golpeándolo
contra el suelo, contra la pared, riendo y gritando, poseídos por una alegría
repentina y alborotadora.
El juego dura aún un rato más. Por fin, de
nuevo hastiados, abandonan al bebé, en el suelo. Miller, el perro aventurero, lo
olisquea. Y le muerde una pierna y un brazo. Chupetea con su lengua afilada el
cuerpecito, acompañándolo de un monótono sonido adormecedor.
Reaparece Teresa, que avanza con cara de
fastidio. En el salón, recoge al bebé del suelo de muy mala gana. Sin darse
cuenta, golpea su cabecita contra el pico de la mesa de fumador. Lo vuelve a
meter en el cochecito y, acto seguido, grita como una loca y llora
desconsolada.
Esa muñeca era su preferida.
viernes, abril 15, 2016
jueves, abril 14, 2016
jueves, abril 07, 2016
viernes, abril 01, 2016
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Irás naciendo poco a poco
Tal vez la vida sea sólo eso. La lectura de aquel libro. Escribir un verso, probablemente mediocre. Subrayar frases hermosas con marcadore...

-
El hombre aproximativo , de Tristán Tzara . ... un tronco de árbol puesto sobre el borde fuma todavía espesas nubes y un bosque querría pega...
-
Pesa . El verano, digo. Me había reservado, con la ilusión de una niña, un par de libros de lectura. Saben de mi devoción por ciertos autore...