Hablo con Gonzalo Escarpa


Nunca había sentido nada parecido. Terminas un cuento y quedas -o no- satisfecho. Terminas un poema, y sueñas con él. Pero cuando terminas una entrevista, una mirada de asombro se asoma a tu rostro y piensas "has sido mío por un instante".





Gonzalo Escarpa (Madrid, 1977)
En una lectura pública casi puede tocarse el lenguaje (Gonzalo Escarpa)



Licenciado en Filología Hispánica. Durante años se ha dedicado a la gestión cultural. Ha impartido cursos en Másters y ha formado parte del equipo de trabajo de proyectos como Bibliometro (Comunidad de Madrid) o Literalia.tv (televisión en Internet). Es fundador de varias salas multidisciplinares como el Centro de Difusión Poética o Espacio Nautilus. Ha coordinado y ofrecido recitales y talleres de creación poética en universidades y espacios como la Fundación Rafael Alberti, el Mercado de la Poesía de París, La Casa Encendida, el Piccolo Teatro de Milán o el Encuentro de Poesía Digital de Beijing (China). Pertenece a varios grupos de experimentación poética y visual y dirige [sic] sistemas integrales de creación, RedFósforo y La Piscifactoría Laboratorio de Creación. Ha estudiado Arte Dramático y trabajado como actor y director en cine, teatro y televisión. Cuenta con un puñado de premios literarios y colabora con distintas revistas de creación nacionales e internacionales. Ha publicado el poemario Fatiga de materiales (Trashumantes, 2006), No haber nacido (Delirio, 2007) y Mass Miedo (Arrebato libros, 2008). Su obra aparece recogida en una docena de antologías. Asimismo, ha coordinado Todo es poesía menos la poesía: 22 poetas desde Madrid (Eneida, 2004). Entre 2002 y 2003 una beca de creación literaria le llevó a residir en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores (Córdoba), pero no fue feliz. Actualmente su trabajo se centra en el estudio de la poética escénica, la oralidad, los componentes visuales de lo literario y la experimentación intergenérica en aras de lograr una poesía útil.





Poética

Hoy es mi cumpleaños, hoy no es mi cumpleaños,

encuentro lo que busco, no encuentro lo que busco,

antes solía darle muchas vueltas al mundo,

antes de las chaquetas, del humo y de los trapos.

En el fondo este vaso tiene fondo de vaso,

el amigo aquel supo retener lo que tuvo

y este barco ha seguido sabiamente su rumbo.

Por la ventana vuela lo que queda del año.

Seré por ti sincero, no sabré ser sincero,

me conformo con esta primera primavera,

con la carne primera, con el sabor primero.

Amo el aire de dentro, siempre respiro fuera,

te busco, no te busco, pero siempre te encuentro,

escribo este poema, no escribo este poema.







Sin respiración se queda una después de entrevistar a Gonzalo Escarpa, un trovador del futuro, guapo y espontáneo. Atravesando cientos de unos y de ceros, se cruzaron estas preguntas con sus respuestas, casi a la velocidad de la luz, una noche de principios de Septiembre. Sin voz y sin gestos, cierto, pero con toda su generosidad.

- ¿Cuál fue su primer y verdadero contacto con la literatura?

Tuve la suerte de que mi padre padeció desde siempre la manía de coleccionar libros. Así que para mí las bibliotecas plagadas de ediciones de la época eran tan habituales como el horno o los clics. Recuerdo que me acerqué al Quijote muy pronto, más que nada porque había en casa una edición con grabados originales y porque su tamaño me hacía vislumbrarlo desde cualquier lugar del salón, de modo que aquel libro descomunal me seguía con su mirada litográfica permanentemente. Por aquel entonces pensaba que los libros eran mejores si su tamaño era mayor. También jugaba un importante papel el color de la tapa o la calidad de las hojas. Siguiendo esta lógica, leí con diversión la Biblia, las Mil y Una Noches y otros tochos que se amontonaban en las primeras baldas de una gran estantería de madera legendaria, más que nada porque a las superiores no llegaba. Creo que es el azar el que determina la primera reacción frente a los libros, además de contar de serie con un imán que sea capaz de percibir el magnetismo de toda obra literaria.

Me hubiera encantado responder que crecí junto a los pre-libros de Bruno Munari, pero sería falso, y aún es pronto para empezar a mentir en esta entrevista.

Creo que mis dos primeros poemas se los dediqué, vistiendo aún pantalón corto, a la Virgen María y a Paquirri, porque de la virgen me hablaban cada día en la escuela y del torero recibía información constante desde la televisión.

- Y la poesía como compañera… ¿fue un “amor a primera vista” o se conjugó lentamente?

Desde siempre admiré los juegos de palabras, la música del lenguaje, la paradoja, el ingenio, las piezas imposibles para puzles perversos, la pragmática, el juguete sintáctico… Así que bien podría decir que la poesía fue desde siempre una amiga nada imaginaria.

- ¿Para qué sirve la poesía?

Cuando le preguntaron esto a Borges, se enfadó, replicando: “¿Y para qué sirven los pájaros, imbécil?”. Según Michaux, “la poesía es imprescindible, aunque no sepamos para qué”. Para Ángel Guinda, “una vida sin poesía es imaginable. Una poesía sin vida, inimaginable”. Jorge Bustamante afirmaba que “la poesía no sirve para ganarse la vida, sino para ganarse el alma”. En mi opinión, la poesía no sirve para resucitar a los muertos, pero sí para resucitar a los vivos. Tampoco sirve para crear belleza, como la luz no sirve para crear la luz. La poesía no es un arma cargada de futuro. La poesía, en el futuro, será un arma.

- A Michaux no le gustaba “tener que escribir” pues eso impedía soñar. Según él, escribir no es huir sino avanzar hacia la lucidez, ¿se considera usted un viajero de lo visionario?

Me temo que no. Descreo que la posición del poeta por encima de nada ni de nadie. Creo que no hay mejores iluminaciones que las cotidianas, que se producen a cada instante. El poeta sería algo así como un pararrayos, más bien. Una “méquina dalicada”, como quería Francisco Pino. Si tengo que elegir entre Shelley (”los poetas son los legisladores secretos del mundo”) y Maiakovski (”la poesía es como la extracción del radio/ un gramo de producto por un año de trabajos”), me quedo con el ruso.




- Si tuviera la oportunidad de resucitar a algún autor ¿a quién le otorgaría tal privilegio?

Me gustaría quedar en Salamanca con Aníbal Núñez, pasear por la playa con Fernando Quiñones y ser vecino de Catulo. Pero a mí la mitomanía me paraliza, así que no hablaría apenas, quedaría como un idiota y luego me sentiría fatal. Es una suerte no saber cómo resucitar a un fallecido al que admiro. Si quiero saber de él, busco en sus libros.

- Como trovador del s.XXI ¿puede explicar lo que sucede en su interior cuando recita?

Bueno, ésta me parece la mejor pregunta y la más difícil de responder sin entrar en el misticismo. Probablemente no sepa explicarlo, y por eso me interese tanto. Si para el teatro pobre el teatro consistía únicamente en lo que pasaba entre el actor y el público, para mí la poesía es lo que ocurre entre el poeta y el lector. Cuando leemos un poema en solitario el lector se pierde la reacción del autor, y viceversa. En una lectura pública casi puede tocarse el lenguaje. Activando las herramientas adecuadas, asumiendo que una lectura es un espectáculo lingüístico, una reunión de la tribu para decidir con qué palabras puede entender el mundo, el poeta, por decirlo de alguna forma, “invoca” al lenguaje. Un recital es una sesión de ouija, una fiesta, un cumpleaños y un entierro. Recitar consiste en hacer que la palabra fuego queme.

- ¿Con qué sueña ahora?

Con que esta entrevista tenga algún sentido para alguien que no sea yo, con aprender a tocar el piano, con pájaros, con poder pagar el alquiler, con ser mejor. Ayer soñé que iba al teatro y el patio de butacas comenzaba a moverse y a visitar los tejados de la ciudad recorriendo unas vías, como si fuera una montaña rusa. Esta noche soñaré, casi seguro, que esta entrevista se la he hecho yo a usted.

- Buenas noches, caballero…



Comentarios

Marisa Peña ha dicho que…
Enhorabuena esther , la entrevista es magnífica.he disfrutado leyéndola.Besazos guapa