domingo, diciembre 23, 2018

Alejandra Pizarnik



Si algo me gusta de Alejandra Pizarnik son sus cartas y sus diarios. Más que la poesía, me interesa la escritora, su atormentada vida, su manera de expresarla.

Su mundo imaginario es la consecuencia de su necesidad de decir sin decir.

Pizarnik es el amor a Lautréamont, a Cortázar, al lenguaje, al juego, a la muerte.

jueves, diciembre 06, 2018

Luis Alberto de Cuenca


Dile cosas bonitas a tu novia:
«Tienes un cuerpo de reloj de arena
y un alma de película de Hawks.»
Díselo muy bajito, con tus labios
pegados a su oreja, sin que nadie
pueda escuchar lo que le estás diciendo
(a saber, que sus piernas son cohetes
dirigidos al centro de la tierra,
o que sus senos son la madriguera
de un cangrejo de mar, o que su espalda
es plata viva) . Y cuando se lo crea
y comience a licuarse entre tus brazos,
no dudes ni un segundo:
bébetela.

"El bosque y otros poemas" 1997

lunes, noviembre 26, 2018

Fotografía

Ilustración de Esther Cabrales

Quisiera hacerme una foto desnuda.
Mostrando mis pechos
tan escasos, tan imperfectos
como las ruinas de un gran imperio.
Donde los ves, fueron
capaces de alimentar vidas, pasiones
calmar llantos.
Quisiera mostrarme al mundo
como esas muchachas
que tanto te gustan
y exponerme sonriente
anhelante
y ser carne
joven y vieja
pero carne,
lo importante es mostrar mis pechos
mi vagina cansada
de abrir caminos, ella,
pura inocencia,
pasillo al mundo
a la vida.
Quisiera hacerme una foto desnuda
donde se noten bien mis pezones
bajo una tela gastada
adolescentes rosas
inmensos
aburridos inapetentes solos
cargados de versos
de poetas malditos
si me apuras, de la generación del 50
la que más me gusta
deben hacerse notar
turgentes bajo la fina tela.
Ser carne de mi carne
ya sin ganas
de atolondramientos
y mostrarme al mundo
para qué,
pero ¿acaso eso importa?

sábado, noviembre 10, 2018

Benjamín Prado





Y no encuentro respuestas.
                                                         Ni caminos
por qué volver.
                                 Enciendo
una luz,
                 abro el libro,
                                            cierro el balcón.

domingo, noviembre 04, 2018

Ya lo tenemos


Lo burdo ya lo tenemos
¿comprendes?
hemos de buscar en el aire
en los espacios vacíos
en lo profundo y ruinoso
entre los restos
de nuestra más descarnada batalla
en lo ínfimo
en el desgarro que la lanza
abrió en la tierra
en el gemido clavado al recuerdo
hemos de buscar
en la línea de la espiral
alejándonos del centro
de lo común
también en lo sucio
lo excelso
porque lo burdo es tan fácil
busquemos palabras
sencillas arriba en el monte
que hubieran caído
como valientes soldados
a los pies del cielo
hemos de buscar
entre las llamas entre los gritos
prisioneros en el pecho
en el libro
hemos de buscar
entre las páginas del relato que somos
algo límpido sobrio hermoso
porque lo burdo,
lo burdo, ya lo tenemos,
¿comprendes?
ya lo tenemos.

jueves, noviembre 01, 2018

Nicanor Parra. Antipoeta.




Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver
Estos escasos pelos que me quedan
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes
Joven, lleno de bellos ideales.

Nicanor Parra.




Le preguntan por Dios, si cree o no cree, y por no responder, divaga, rememorando a otros, como a Voltaire que creía que, Dios era tan importante que, de no existir, habría que inventarlo o recordando aquella pregunta de Nietzsche de por qué Dios y no yo.

De Él dejó escrito:

Padre nuestro que estás en el cielo
lleno de toda clase de problemas
con el ceño fruncido
como si fueras un hombre vulgar y corriente.
No pienses más en nosotros
comprendemos que sufres
porque no puedes arreglar las cosas.

(Obra gruesa, 1969)

Su obra está repleta de heridas, de una profundidad y de una ironía asombrosa, de versos brillantes y afilados, divertidos y tiernos, duros y reflexivos. Y escribía a Dios, como si fuera alguien importante, alguien que realmente está, escucha y atiende. Le escribía con dolor, con rabia, con una sonrisa y con un lenguaje claro, cotidiano, sin fuegos artificiales.

domingo, octubre 28, 2018

No saber


Y no saber si ríes.
No saber si lloras.
No saber si duermes.
No saber si amas.
No saber si comes si bebes si
lames.
No saber si anhelas.
No saber si añoras.
No saber si cantas.
No saber si verdeas si remas si
callas.
No saber si arañas.
No saber si gimes.
No saber si luchas.
No saber si respiras si esperas si
vives.
No saber si vives.
No saber nada.
No saber nada.

lunes, octubre 22, 2018

Anatomía


Quisiera hacerme una foto desnuda.
Mostrando mis pechos
tan escasos, tan imperfectos
como las ruinas de un gran imperio.
Donde los ves, fueron
capaces de alimentar vidas, pasiones
calmar llantos.
Quisiera mostrarme al mundo
como esas muchachas
que tanto te gustan
y exponerme sonriente
anhelante
y ser carne
joven y vieja
pero carne,
lo importante es mostrar mis pechos
mi vagina cansada
de abrir caminos, ella,
pura inocencia,
pasillo al mundo
a la vida.
Quisiera hacerme una foto desnuda
donde se noten bien mis pezones
bajo una tela gastada
adolescentes rosas
inmensos
aburridos inapetentes solos
cargados de versos
de poetas malditos
si me apuras, de la generación del 50
la que más me gusta
deben hacerse notar
turgentes bajo la fina tela.
Ser carne de mi carne
ya sin ganas
de atolondramientos
y mostrarme al mundo
para qué,
pero ¿acaso eso importa?

miércoles, octubre 17, 2018

Huele bien la cama


Y yo aquí, absorta,
mientras la vida corre
trepidante
clara avanza rauda
y yo, aquí
con el tobillo amarrado
a la pata de mi cama
queriendo avanzar
avanzando
hasta donde permite
la cadena
que me frena de golpe
sonido de tambores
de ejecución
risas de castigo
júbilo entre los presentes
cuando bruscamente
me devuelve
me engulle
me retiene.
Huele bien la cama
a limpio a nada
parecido a lo que debe oler
la vida a sudor saliva
a semen.
La vida corre
trepidante avanza
me ofrece su mano
y yo, aquí
la acepto
me estiro la agarro prosigo avanzo
hasta el clac
que me detiene
y bruscamente
me devuelve
me engulle
me retiene.
Huele bien la cama
a limpio a nada
y yo aquí, absorta,
mientras la vida corre
trepidante
clara avanza rauda.

viernes, octubre 12, 2018

Un lugar donde tumbarme


Quiero mi vida
un ramo de palabras dulces
terciopelo púrpura
el abrazo
quiero mi amor
un lugar donde tumbarme
contigo me
siento otra
quiero quererte
quiero, mi sed,
un pájaro volando en mis ojos
que me lleve al lugar
que inventamos un
torrente de sangre
quiero dormir, tal vez
soñar
quiero mi vida
conmigo
sólo yo
por favor
una habitación cuando
el verbo ser
lo intento pero
es tan difícil
tramposa dice
mi vida
quiero
no sólo respirar
tu lengua
y morir.
Morir también.

viernes, septiembre 28, 2018

Temer


Trae octubre una terraza
en penumbra tenaz,
con vistas hacia adentro.
Sin geranios, sin gardenias,
sin pájaro cantor que alegre el día
sin ropa oreando.
Qué dulce sentencia vino
hasta aquí. Quién la dictó
que me manda y me dirige
me maneja no deja.
Con todos ustedes
una rosa blanca rota
agota de tanto dolor,
de tanta pena sin sentido.
Sin estrellas
eso es todo.
Sombra y vivir, asomarse
a la terraza de octubre.
Y tener miedo.
Temer octubre
y esta terraza
a la que me asomo.

sábado, agosto 11, 2018

JOSÉ ÁNGEL VALENTE. Los hijos de la guerra.


Hoy he amanecido
como siempre, pero
con un cuchillo
en el pecho.

José Ángel Valente


Yo no sé qué hubiera sido de mí de no haber leído a José Ángel Valente. Hablo de mí. Ya no recuerdo cómo llegó ni cuándo. Sé que yo ya era una mujer forjada, con algunos pequeños agujeros que contenían afortunados abismos que, tal vez, me llevaron adonde estoy ahora, lugar incierto aunque, por qué no, hermoso. Claro que, si afino y deshago la bobina de hilo de la memoria, si retrocedo unos años, cuando aún las canas no habían aparecido, viene a mí, vagamente, un libro en concreto. 

Tal vez fuera el libro que me llevó hasta el poeta de la fría poesía diamantina que germina en el fuego de Valente. Una edición de 1963, Poesía última, de Ediciones Taurus. Una antología que adquirí, tal vez en la librería Gulliver o en La Candela, no recuerdo ni siquiera ese detalle. Pero llegó ese libro con cinco voces poéticas de una generación, esa que llaman Generación del 50, los hijos de la guerra. Entre ellos, Valente. Él me dijo en sueños que la poesía nace de la espera y ése, por medio de la palabra y todo su material de obra, "es el precario comienzo. Nunca es otro." Por tanto, un acto revelador. 

Esperemos pues.

martes, julio 24, 2018

Marina Tsvietáieva. La alegría del infierno.



... ningún lugar,
si tú no estás allí, existe: una tumba.

Marina Tsvetáieva.



Yo digo que Marina Tsvetáieva era fuego. Y digo bien. A veces, me parezco a ella. Era fuego una mujer abocada a la vida sin remedio; a la muerte, sin remedio. Era, es y será exaltación de la vida y de la muerte, del amor, de la pasión, del castigo, de la recompensa, del dolor, de la felicidad, del sufrimiento. 

Pasión. Yo digo que Marina Tsvetáieva era pasión e infierno. Era no dormir por las noches, una constante inquietud, un desvelo, un violín tristísimo sonando en la habitación. Y el amor. Cuánto amor guardaba. Cuántas ganas de amar. Y qué difícil amar tanto. 

Escribir. Con premura, atacar el papel, componer las más bellas cartas, las más ardientes, las más ilusionantes, las más urgentes, las más puras. Dedicar una vida a las palabras y al amor. "¿Divago? Pero no se hallará / ni una letra que me aleje de ti." Porque ellas eran presencia. "Llevo en mí toda la pasión" ... "tengo tanta fuerza que con ella podría embriagar todo el infierno". 

Su poesía era el cauce al dolor. Escribía como sólo Marina puede escribir, con la determinación de un árbol centenario y la alegría infinita de una niña. Entonces los violines sonaban alegres y subían y alzaban el corazón de Marina. 

Distancia. ¿Acaso no sabe la distancia que es un acicate para el alma enamorada? "¡Querido Rainer! / Es aquí donde vivo. / ¿Me amas todavía?". 

Y Rainer muriéndose. 

Y ella, lejos.

viernes, julio 20, 2018

Época de sombras con alguna luz de fondo




La incultura es una situación que encierra al hombre tan herméticamente como una cárcel. 

Simone de Beauvoir


Yo, como Trapiello, también busco una fotografía sobre la que escribir. Con una dificultad añadida: no escribo como Trapiello. Tampoco soy una erudita en nada, de modo que, únicamente podré dar pequeñas pinceladas, trazos escasísimos, y además cargados de subjetividad, de la fotografía que elija. Quiero advertir que es muy probable que, lo que deje escrito aquí, carezca de interés para la gran mayoría de las criaturas lectoras.  Puede que, incluso, carezca de interés para mí.

Trapiello, a partir de una fotografía tomada en 1937 en la que aparecen tres hombres y tres mujeres, cogidos del brazo, en traje de baño, entre los que se encuentra un apuesto y sonriente Luís Cernuda, retrata magistralmente una época de sombras con alguna luz de fondo. Luz por aquello de mantener vivo el arte, la poesía, en los momentos más difíciles de la historia. No he mencionado mi segunda dificultad: no he conseguido aún decidirme por ninguna imagen. Quizás sea más acertado decir que son muchas las imágenes que me llaman poderosamente la atención y, de ninguna podría decir una palabra que no se haya dicho ya.

Confieso que siento un placer absoluto por ese invento que llaman cookies. Esa forma tan desinteresada que tienen aquellos seres microscópicos e informáticos, - así los quiero imaginar, con ojitos y patas- de guardar mis búsquedas anteriores, conservar, de algún modo, el pasado, que es el que colorea el presente y da esperanzas al futuro, y que hacen que, al escribir, digamos por ejemplo, Simone de Beauvoir, la primera referencia que me aparezca sea Simone de Beauvoir nude, pues hubo un tiempo en el que aquella imagen ocupaba largamente mis pensamientos. Aún no sé bien el motivo de aquel interés. Todos sabemos que la musa de Sartre era una mujer completamente desinhibida y vivía la libertad como algo absolutamente natural. Qué era aquello que me atraía tanto. No era la imagen en sí misma, sino el momento, quizás equívoco o no. O, tal vez, la mirada de quien fingía no estar allí. Quizás el que, una mente brillante, tuviera unos minutos para coquetear desnuda frente a un espejo. Lo más seguro, el erotismo de aquel instante. Pero ¿era Sartre quien miraba de reojo? ¿acaso eso importa? No. No lo era, a pesar de que sí miraba de reojo desde otra perspectiva. Se trataba de Nelson Algren, un tipo apuesto, escritor y estadounidense. Aunque ese dato no es del todo correcto. Quien disparaba era Art Shay, ¿estaba Nelson Algren con ellos?

Del erotismo, lo que nos atrapa, es precisamente lo que no vemos. Ése es el motivo del que querría escribir si supiera hacerlo. Y, la de arriba, la fotografía que elegiría si tuviera tiempo para tratar de escribir sobre ella.

miércoles, junio 27, 2018

Mi vida, mi amor




Y esa clara insinuación
para que no volviera
a los aledaños de tu vida,
para silenciar
no a mí
sino a mi voz, 
a esa otra mujer que habla
desde mí -impertinente y sucia-.
Mi vida, mi amor,
tendrías que ver
cómo me agitaba
cómo trataba 
de escapar
sólo para complacerte
de qué modo
de qué manera
fui acallando
fui dejando de intentar,
mi vida, mi amor,
como un insecto
atrapado en una rendija
deja de luchar
deja de mover, desesperado, las alas
y abandona
cualquier esperanza
por salir de la trampa
así hice,
mi vida, mi amor,
morir,
morir por ti. 

martes, mayo 15, 2018

ANA ROSSETTI



"La poesía no es lo bonito, sino lo que nos asalta. Y lo que nos asalta a menudo nos hiere."

Ana Rossetti

Dicen de ella que es transgresosa. Yo diría que es bella. Empezó a publicar en los años setenta. En una entrevisa aparecida en Ínsula, en 1986, admitió que su carrera poética fue, de hecho, precipitada por circunstancias más bien prosaicas: el cabaret en el que ella trabajaba fue destruido por el fuego. De este modo, Rossetti, rara vez se ha apartado de estos comienzos incendiarios.  

Fue una escritora precoz. Cuenta que ya con 8 años escribió su primera obra de teatro en el colegio. Era una niña rara, ella se podía adaptar a los juegos infantiles de sus amigos pero los demás eran incapaces de adaptarse a sus formas de diversión, tan impropias de su edad. 



lunes, abril 30, 2018

Digamos


Digamos
que vino la noche
haciendo ondas
como un mar en calma
en la quietud en las sábanas en mí.
Digamos
que vino o viene sola
para quedarse
para acariciar
con sus pestañas
mis labios de espuma
de sueño
de dulces verdades inventadas.
Digamos que viene o vendrá sola
para colgarse de mi cuello
como collar de esquirlas.
Digamos
que llega
lenta y sin ruido
llega
despacio y firme
como el poema de tu cuerpo
llega a mí.
Llega
para quedarse
eternamente
en el deseo
que nos une
que nos separa
en el sueño
eternamente
en el sueño
que para siempre
nos separa
que para siempre
nos une.

sábado, marzo 31, 2018

[...]

porque la poesía es pálpito
es fascinación por la palabra
es lentitud
es matar al padre siempre
es música contra la propia sordera.

domingo, marzo 04, 2018

Fortaleza







...aquella horrible criatura la sostuvo.
Arthur Conan Doyle




Hay un asedio
al que nos somete
la horrible criatura deforme
de ojos pequeños
e inexpugnable piel,
la criatura abisal
de los mundos y las bocas,
de los sexos tupidos
y las dulces salivas,
la criatura
de luminosa negritud.
Hay un sitio
a nuestra débil fortaleza
de tiernos muros
y leyes abstractas,
por no decir imposibles,
incoherentes,
impronunciables,
falsas,
un sitio a nuestra vulnerable
y vagamente vigilada fortaleza,
que suele
y digo suele,
caer
rendida
de rodillas,
clavada al suelo,
masticando tierra de nombres.
Bellamente muerta.



sábado, febrero 17, 2018

CARMEN LAFORET

"El único camino que busco es la sinceridad."
Carmen Laforet



De Camen Laforet me gusta, además de su escritura, limpia y veraz, su voz, cantarina y vibrante. Hablaba y parecía que, para ello, se contenía, o más bien, que contenía una alegría irreprimible. Hablaba como si varias mujeres hablaran a un tiempo. Todas ansiosas por decir lo mismo. Hablaba como si quisiera arrancar a cantar y nunca cantara. Hablaba como si aún fuera una niña pero con palabras de mujer. Pero hablaba sin muchas ganas de decir. Disfrazando sus palabras de otras palabras. Y escribía como si hablara. Con toda la blancura que otorga la verdad. A pesar de ser una verdad fea, asfixiante o incluso aburrida. 

Por eso, cuando leo a Carmen Laforet, la leo con su voz. Yo leo sus palabras pero en mí resuena su voz. De modo que parece que fuera ella quien en realidad lee y no yo. Es muy difícil olvidarse de su vibrato después de haberla oído con atención. Y es muy difícil leerla sin su voz. Así pues, lo mejor es metabolizarla y aceptar esta condición cuando uno lee cualquier obra de Carmen Laforet.

domingo, enero 28, 2018

FEDERICO GARCÍA LORCA.

El artista debe ser única y exclusivamente eso: artista. Con dar todo lo que tenga dentro de sí como poeta, como pintor, ya hace bastante. Lo contrario es pervertir el arte.

Federico García Lorca.





De él decía Borges que era un poeta menor. No le caíca bien. He leído en algún artículo otras declaraciones perversas atribuidas a Borges hablando del granadino. Lorca un poeta menor. ¿No es de locos? 

Fue un soñador. No dejó nunca de ser niño, salvo cuando escribía. Aquel niño fue fusilado en el camino que va de Víznar a Alfacar. Él solía hacerse el muerto en la Residencia de Estudiantes de Madrid como una premonición. 

Viajó a Buenos Aires en 1933 para dirigir la representación de Bodas de sangre. Allí conoció a Borges. Al argentino no le gustaban sus maneras, ni su entusiasmo, ni sus chorradas. Le cayó antipático. Lorca le cayó antipático pero, quién no le caía mal a Borges. Salvo Cervantes, San Juan de la Cruz y alguno más que no recuerdo, no eran de su agrado, como autores, claro. Lorca tampoco. El niño pianista Lorca, tampoco.

domingo, enero 21, 2018

FLANNERY O'CONNOR y el misterio del sufrimiento.

"Lo que quiere el lector cuando llega a su casa es leer algo que eleve su corazón."

Flannery O'Connor




Busco cómo fue, si es que fue de algún modo, el amor en Flannery O'Connor. Me refiero al amor por alguien que no fuera Dios. Oh, Flannery y el sufrimiento. Flannery y el dolor. Flannery y Dios. ¿Qué relación existe entre los personajes grotescos de su obra y su enfermedad? El lupus eritomatoso es una enfermedad autoinmune que hace que tu propio sistema inmunitario te agreda. Flannery murió antes de cumplir los cuarenta años aquejada de esta enfermedad. Yo no quiero pensar así pero, lo hago. El escritor que vive un sufrimiento desbordante y trata de encauzarlo con la escritura, tiene muchas posibilidades de hacer algo realmente bueno, simplemente porque el padecimiento le pone en contacto directo con una realidad inalcanzable para otros. De igual modo, ese dolor le aproxima a la fe, a Dios. Para Flannery, la enfermedad, supuso un infortunio pero también un gran acicate en cuanto a escritura se refiere. Su literatura grotesca, de personajes anómalos, freaks, nos llega, grandiosa, a consecuencia de su retiro y su prolífico ejercicio narrativo.

¿A quién amó Flannery? ¿pudo? ¿le permitió la vida amar? No he llegado a averiguarlo aún. Se dice que amó a los pavos reales y vivió en su granja rodeada de ellos. Siendo muy pequeña enseñó a una gallina a caminar hacia atrás. El logro fue llevado a las pantallas en 1932 y la niña O'Connor pasó a la historia como la primera niña que enseñó a una gallina a caminar de espaldas. Una mujer brillante, desde luego. Seguiré indagando pero, sobre todo, leyendo.


viernes, enero 12, 2018

Una cuarentona que sabe de todo.

Entonces estábamos esperando a que las puertas del tren se abrieran cuando se acercó aquella mujer de piel morena y escupió a nuestros pies. No fue un escupitajo iracundo, sino denso y despacioso. Caía como a cámara lenta. Éramos capaces de ver sus cambios de forma durante la caída. Como si su densidad fuera de otra dimensión. Y ella, la mujer, con esa sonrisa. Estaba loca o no. Poco importa. Sonreía como una niña. Me llamó la atención su preciosa sonrisa. Contrastaba tanto con aquella actitud de hartura. Mostraba con amplitud sus dientes blancos. Llevaba un gorrito de punto, tipo Bob Marley, de muchos colores. Parecía una niña que hubiera llegado súbitamente a la vejez después de haber ingerido el contenido de un bote en cuya etiqueta se leía "bébeme". Justo antes de aquel instante, yo andaba distraída en mis pensamientos sobre la conversación de aquellos dos muchachos que me precedían por la Carrera de San Jerónimo. Hablaban de alguien. De una tercera persona ausente. Me dio un vuelco el corazón cuando escuché que uno de ellos le decía al otro que era una cuarentona. Su compañero asentía y añadía, como para dejar zanjado que sabía por dónde iban los tiros, que le comprendía a la perfección, "sí, una cuarentona que sabe de todo". Recuerdo que pensé, cielos, yo prodría ser ella. Y me pregunté por qué es tan deprimente ese calificativo. Un escalofrío me atravesó como lo haría un fantasma ante la posibilidad de ser vista así en el trabajo, en la calle, en el mundo. Y pensé en La casa de Bernarda Alba, lo que hizo que sintiera agobio o algo así. Pensé en todo ese negro. Tan poca carne. El miedo. La soledad. El deseo reprimido. Pero no. Yo no soy así. Cuando contemplo mi reflejo aún me veo. Me reconozco. Me veo a mí. Tan solo a mí. Con mi voz. Con mi pelo. Con mis maneras. Con mi pecho y con mi vagina. Con mis manos grandes casi de hombre. Soy yo. Y para nada soy una cuarentona que sabe de todo. De hecho, no sé nada de nada. O poco sé. Inmediatamente, al ver aquella bola blanda caer ante mis ojos, y los dientes, uno tras otro, como un rosario de niña de cuentas blancas, la risa de la locura y los colores del reagge, la maría y, en fin, todo aquello, las puertas se abrieron justo antes de que el escupitajo cayera dentro del vagón. Lo perdimos de vista tras los escalones de acceso. Después, la mujer volvió a su asiento. Su sonrisa se mitigó, como si hubiera dejado de recordar su niñez y de nuevo estuviera con los pies en la tierra, y traté de reconducir mis pensamientos. Y tal vez lo hiciese. O no. Qué puede importar ahora. 

lunes, enero 01, 2018

La mano de una madre


Whenever I visit my mother
I feel I am turning into Emily Brontë.

Anne Carson


Viajo con los libros a cuestas.
Donde quiera que vaya
me acompañan
páginas y más páginas.
Cojo trenes, taxis, y leo.
En ellos leo
a la gran Matute, a una tímida Laforet,
leo a McCullers, extraña criatura, por cierto...,
los cuentos
de la sureña O'connor, a la Brontë
cómo no, lo que sea
que caiga en mis manos
puras de pura inocencia.

A veces, no es posible.
No es posible
leer.
No es posible
pues una oscuridad
me lleva
a una oscuridad aún mayor.

Pero me gusta tenerlos abiertos
mientras miro por la ventana
la velocidad del árbol,
la gota
precipitada en el cristal.
Y me siento segura,
¿sabes?
con ellos sobre mi regazo
me siento segura,
como si el libro
fuera
la mano paciente
de una madre
que espera,
la cabeza de un hijo
dormido,
un corazón desnudo
latiendo y sangrando,
vivo,
el cielo y la tierra
y el corto espacio que los separa.

           

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...