Islandia

Dices ser
como aquella isla remota
a la que se desea ir.
Te pones retórico
y a mí me da
por  fijar la vista en una baldosa
y pensar
que aquella isla no existe
que se trata tan solo
de mis brazos
tocando
la membrana que envuelve mi cuerpo.
Ya sé.
Ya sé lo que quieren.
Mis brazos quieren rasgarla
que el aire entre
que se llene mi boca
mi tráquea mis pulmones
de anhelo.
Le doy un bocadito
al bizcocho artesano que compré en el súper
y acaricio un libro de Novalis
que sugiere
algo como que aquella isla
no somos nosotros
si acaso otro mundo
en la cabeza del mundo
como una isla solitaria
rebotando en los límites
de una videoconsola.
Sigo arañando la membrana
que cede y se estira
sin llegar a romperse.
Se deforma.
De repente
un líquido pastoso de palabras
cae sobre mi pecho
como fango de isla de mundo de noche.
Y no soporto
que te pongas retórico
escúchame bien
a estas horas
no lo soporto.

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