Este matrimonio
antediluviano, lleva al extremo su distinguida educación. Todos los gestos son
comedidos. Las palabras, correctas. Los sentimientos, dominados. Cuando yacen
juntos, en la sutil cama, ni un gemido escapa de sus gargantas. Orgasmos
silenciosos, que después, no comentan. Así que, no es de extrañar que cuando,
durante el almuerzo, él se atraganta con el finísimo hueso de un anca de rana,
haga todo lo posible por pasar desapercibido. Disimula mientras agoniza. Lucha
elegantemente contra la muerte frente a su mujer. Oculta su rostro, que pasa
del blanco al rojo, hasta que, por fin, fallece sobre la mesa, doblado, como un
títere sin brazo que lo sostenga.
Cuaderno de apuntes de ESTHER CABRALES
Las ilustraciones que aparecen en este blog son fruto de la autora.
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1 comentario:
¡¡La leche que triste!!
Digo la entrada, no la leche, la leche como va a ser triste, si es blanca, como la nieve, como la navideña nieve, blanca la navidad con sabor a mazapan... ¡Feliz navidad Esther!, besotes, un beso ...again.
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