No me preguntes
para qué quiero
tu voz.
¿Le preguntarías a un perro
para qué quiere un hueso?
¿Para qué, a una loca,
un sueño?
Simplemente, dámela.
Tu voz en off.
Me haré sonido
cuando la tenga.
Sólo entonces, me iré de mí
para siempre.
Se suicidará mi palabra
frente al mar.
Tu mar.
Ése que suena
de fondo.
Y ya jamás podré hablar
si no es con tu voz, mi voz.
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