lunes, octubre 29, 2012

Sucede que una se cansa de estar sola. Quisiera ver otras personas, aunque fuera gente sin cara. Esther suscribe lo que escribe Alejandra. Y añade: en los raíles de acero / ardientes/ por el paso precipitado de un vagón vacío/ crecen las amapolas/ como pesadilla/ que aventa en la noche/ cuando nadie dice adiós.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...