jueves, agosto 27, 2009

Mírame.
Soy aquel bebé que nace cada noche en tu cama, entre sangre y esperma, rompiendo el silencio inventado.
¿Me reconoces?
Cuando llega la noche me abrazas hasta matarme.
Lentamente muero a cada instante mientras me miras, mientras me lastimas.
Muero mientras los perros ladran y tus dedos desertan en mi mientras las voces.
No tengas miedo es tan dulce morir.
Muero a pesar del dolor, a pesar de ti.
Muero perdida en Praga, esperando un tren.
Cuando llega la noche permanezco ansiosa a que me des muerte para nacer de nuevo,
llena de escamas.
Perdida con el camisón remangado.
Siempre escamas blandas escamas.
Ven. Acúname.

jueves, agosto 20, 2009

Se queda uno como desvalido
cuando te vas.


Con la respiración apocada de pájaros,
con los dedos deshabitados.
Los pensamientos emigran en busca de tu sombra,
se dispersan enloquecidos
ansiando el azul de tus ojos
infinitos. Te vas,
y uno se queda como roto,
arrastrando pies ancianos,
tratando de pisar la hierba
para acomodar el dolor
a los límites de la ausencia.


Porque siempre marchas para no volver
y se queda uno como muerto
cuando nombras el gemido.
Luego te regresas
mecido en tu viento,
y ya todo son esperas
de este tiempo obedecido.

viernes, agosto 14, 2009

¿Qué dulce secreto

vino a traerme tu voz?

¿qué aliento fue

el que me acarició desvalido?

¿qué palabra

la que me hirió por dentro,

la que me acuchilló,

la que me lamió

sollozando violentamente?


Cesa el viento

cuando tú no estás,

y caigo rendida,

más sola y asustada que nunca,

inmóvil

pensando en quién piensa en la vida dormida,

ese lugar hermoso,

jardín extraño

con el que aún sueño.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...