martes, junio 30, 2009

Viaje hasta el fin de los hilos

La marioneta sale de casa con prisa. Qué nadie la vea. Sus zapatos repiquetean en el asfalto. Sólo quedan cinco minutos para partir. Está nerviosa. ¿Cómo será eso de viajar en un dragón metálico? Siempre cautiva en su teatrillo, bajo los antojos de aquel caprichoso Dios. Y esa doliente soledad. Viajaría sólo hasta donde sus hilos le permitieran. Después regresaría a su cofre encarnado.

Su ropita recruje mientras espera impaciente.

El tren suspira y abre sus puertas.

La marioneta intenta entrar, pero los hilos no alcanzan, así que tira, más y más hasta tensarlos al límite y entonces, cuando está a punto de retroceder, las puertas se cierran, desprendiendo los hilos de su cuerpo para siempre.

6 comentarios:

Javier Puche dijo...

Precioso. ¿Crees que la marioneta será feliz o perecerá sin mano que la gobierne?

Esther Cabrales dijo...

Quién sabe Herman... quizás ahora esté perdida, o por el contrario, vuele, quién sabe...

Anónimo dijo...

Lo realmente triste de esta historia es la soledad del titiritero ¿Por que nadie se acuerda del captor?

Esther Cabrales dijo...

No deberíamos sentir lástima por los dioses captores manos gobernantes hilos cárcel

Flora Márquez dijo...

Gracias! me alegro que te gusten mis muñecas jaja!
Muy lindo eso que escribiste, es el fragmento de algun cuento?

Esther Cabrales dijo...

No, no se trata de ningún fragmento, en realidad, Flor, ese texto pretende ser un cuento por sí mismo. Bienvenida.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...