jueves, mayo 28, 2009

III.

Quién fuera arena
y que me caminaras
perdido en la piel.

Quién fuera ese mar
y que me acariciara
suave tu cuerpo.
Nota de la autora: Apenas sabía de la existencia de las tildes... lágrimas oblicuas que me llueven.

viernes, mayo 22, 2009

Aves migratorias

Se pone el traje que guarda para las ocasiones y acude al punto de encuentro. La flor se la prende en la solapa y sale de casa sintiéndose renacido, con el corazón bailándole dentro. Se pasa la mano por el mentón y comprueba que su piel no raspa. Por el camino, aún le queda tiempo para improvisar saludos sin titubeos.

Elige una mesita redonda, cercana al ventanal, por donde puede ver a un perro atado a una papelera que ladra al viento, a dos hombres besándose con violencia o a un pobre que mendiga con un cartón de vino en la mano. Le pide al camarero un cortado y, mientras espera, juguetea con un pedazo de papel.

De sus manos nace una pajarita.

Mira su reloj de pulsera y excusa su retraso. Saca su cuaderno, arranca una hoja y la marca con esmero. De sus manos nace otra pajarita que deja con cuidado junto al estanque plateado.

Bebe un sorbo de café, se atusa la flor, mira de nuevo la hora y, suspirando, arranca otra hoja.

Pajarita tras pajarita el tiempo se le viene encima. Cuando observa que el camarero barre ya el serrín de los últimos borrachos, deja una moneda junto a la taza vacía y sale de aquel lugar sin páginas en el cuaderno. Se siente estúpido con aquella inútil flor prendida en la solapa. La arranca sin piedad y la arroja lejos.

Cuando llega a casa cuelga el traje que guarda para las ocasiones y allí, solo, dentro de su jaula invisible, mientras marca una nueva hoja, piensa que si las palabras hieren, más aún hiere el silencio. Se asoma a la ventana pues escucha cómo una gran bandada migra graznando hacia tierras más cálidas y ve cómo una nube de pajaritas de papel cubre el cielo plomizo huyendo de las lágrimas. Una de ellas deja caer de su pico una flor que va a parar junto a sus pies desnudos.

miércoles, mayo 13, 2009

II.

Siempre silencio.

Recruje la voz muda,

soñando ruido.

***

Rojo en los labios.

Trenes que chillan adiós.

Mi dulce espera

***

Ojos cerrados.

Templos abandonados,

como soñados.

***

Haiku en tus labios.

Cerezas crujiéndome

dentro, tan lento.

***

viernes, mayo 08, 2009

miércoles, mayo 06, 2009

Annalisa

" Dime, ¿cuál es tu nombre? Me llamaré Annalisa hasta el segundo acto,
más o menos en torno al poema de la mosca,
¿lo tienes? Se te ha caído una hoja.
En realidad, me llamaré Annalisa hasta que te decidas a soñar un poema."

Extracto del poemario El fósforo astillado, de Juan Andrés García Román.

lunes, mayo 04, 2009

Abre la mano

deja que vea ese patio cuajado de lilas.

Y juguemos,

traje las chapas

aunque temo que tu tristeza

engulló el garbanzo

¿sientes ya cómo crece la mata?

Mira, tus ríos están secos,

igual que mi sonrisa,

como una cuerda de tender la ropa

tensa y pulcramente horizontal

a la que sólo le queda un calcetín triste y perdido.

Los peces abren y cierran la boca

como un coro de jazz.

Se están muriendo, cantando.

Beberemos cerveza,

conseguiremos todo un equipo,

y seremos felices como en los cuentos.

Post data. Alguien mató a la perdiz. Así no se ganan los partidos.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...