que se te empañen los cristales de las gafas,
que no tengas a mano un poema para sonarte la nariz,
que el copiloto termine también llorando,
que el resto de los conductores crean que ríes,
que tengas que dar varias vueltas a una misma rotonda hasta que aciertes con tu salida,
que suene en el equipo del coche Warning sing.
En ocasiones puede suceder, que se den todas a un tiempo.
Esther Cabrales (Madrid, 1973). Poeta. Ha cursado estudios de Derecho y de Filología Hispánica que jamás concluyó, porque siempre estuvo profundamente dedicada al sector financiero. Ha publicado Erosión (Renacimiento, 2017), Cuerpos (Renacimiento, 2019), Animal (Torremozas, 2021), Lengua muerta (Páramo, 2021), Mondo (Bajamar, 2024). Poemas suyos han sido incluidos en antologías nacionales, como son Rojo Dolor (Renacimiento, 2021), Distopía en femenino (Elenvés, 2023).
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Adonde te lleve el cabo de un hilo.
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5 comentarios:
Ó tal vez que te creas que el limpiaparabrisas no funciona.
Ó que la carretera sea inevitablemente recta y no encuentres un cambio de sentido...
Ocurren tristes aconteceres en la red de carreteras del estado.
Un saludo.
Qué felicidad y qué risa, mirar después todos esos poemas llenos de mocos. ;D
Hermoso, este post. Huir en coche para dejar atrás la tristeza, tratar de despistarla en las rotondas, aunque ella siempre tome la preferencia en los cruces.
Después dormir, soñar, despertarse y salir de casa otra vez para viajar de nuevo; entristecerse, girar, entristecerse y seguir girando, el movimiento.
¡Qué delicia de entrada!...y pasa todo esto y muchas otras cosas.A veces cuando uno conduce la pena se apodera del cohe y asfixia.
Tortugas
Excelente texto, Esther. Me ha gustado mucho. Saludos.
Agradecida :-)
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