Sigo dibujando porque, dibujar es, sin lugar a duda, el momento en el que más paz puedo recibir. Cierto es que nunca alcanzaré a ser excelente en este arte, por diversos motivos, como que mi aprendizaje autodidacta, es lento como una tortuga; o porque no le puedo dedicar el tiempo que me gustaría. Siempre hay en el quehacer diario cosas mucho más prioritarias que el dibujo, un calcetín viudo, un desorden llamándote. Pero creo que puedo afirmar que en mis trabajos hay (h)armonía. Ya es bastante si recordamos que, en términos estéticos, todo lo que es harmónico es bello, y todo lo que es bello puede decirse que es perfecto, propiedades que os recuerdo son divinas. No está tan mal, entonces. Bromeo, claro. Lo que sí está claro es que, en el arte de andar por casa, también encontramos su lado de belleza, a pesar de los errores. Y es que nada es absolutamente feo. A eso me agarro como a un clavo ardiendo, pero dentro de mí una voz dice: no.
![]() |
Anne Carson vista por Esther Cabrales |
La poesía de Anne Carson es aún para mí algo desconocida, salvo por algunos poemas que he leído aquí y allá. Algún intento de traducción y poco más. Sin embargo, es una poeta que me llama poderosamente la atención y dibujarla me acerca a ella. Pero son tantos los libros que tengo que comprar, que siempre la dejo para más tarde y, en su lugar, llegan otros autores, también codiciados. No se puede tener todo. Sin ir más lejos, hoy descubrí una nueva poeta de la que me he prendado. Su nombre es Martha Kornblith. Cómo llegué a ella, es lo de menos. Uno llega o no llega transitando caminos. A veces, uno ha de perderse para encontrar la salida. Por el camino, uno encuentra o no encuentra, según la mirada que posea en ese momento de pérdida. Todo está por decidir a cada momento.
Ella era poeta y, como tal, poetizaba tan bellamente, tan profundamente sobre las cosas más peregrinas que un dentista, no era un dentista, sino que era el amor mismo. Aún así, ella escribía “nunca más seré poeta / nunca más seré poeta). Y se mató.