jueves, octubre 24, 2024

Dentro de mí una voz dice: no

Sigo dibujando porque, dibujar es, sin lugar a duda, el momento en el que más paz puedo recibir. Cierto es que nunca alcanzaré a ser excelente en este arte, por diversos motivos, como que mi aprendizaje autodidacta, es lento como una tortuga; o porque no le puedo dedicar el tiempo que me gustaría. Siempre hay en el quehacer diario cosas mucho más prioritarias que el dibujo, un calcetín viudo, un desorden llamándote. Pero creo que puedo afirmar que en mis trabajos hay (h)armonía. Ya es bastante si recordamos que, en términos estéticos, todo lo que es harmónico es bello, y todo lo que es bello puede decirse que es perfecto, propiedades que os recuerdo son divinas. No está tan mal, entonces. Bromeo, claro. Lo que sí está claro es que, en el arte de andar por casa, también encontramos su lado de belleza, a pesar de los errores. Y es que nada es absolutamente feo. A eso me agarro como a un clavo ardiendo, pero dentro de mí una voz dice: no.

Anne Carson
Anne Carson vista por Esther Cabrales


La poesía de Anne Carson es aún para mí algo desconocida, salvo por algunos poemas que he leído aquí y allá. Algún intento de traducción y poco más. Sin embargo, es una poeta que me llama poderosamente la atención y dibujarla me acerca a ella. Pero son tantos los libros que tengo que comprar, que siempre la dejo para más tarde y, en su lugar, llegan otros autores, también codiciados. No se puede tener todo. Sin ir más lejos, hoy descubrí una nueva poeta de la que me he prendado. Su nombre es Martha Kornblith. Cómo llegué a ella, es lo de menos. Uno llega o no llega transitando caminos. A veces, uno ha de perderse para encontrar la salida. Por el camino, uno encuentra o no encuentra, según la mirada que posea en ese momento de pérdida. Todo está por decidir a cada momento. 

Ella era poeta y, como tal, poetizaba tan bellamente, tan profundamente sobre las cosas más peregrinas que un dentista, no era un dentista, sino que era el amor mismo. Aún así, ella escribía “nunca más seré poeta / nunca más seré poeta). Y se mató.


miércoles, octubre 16, 2024

Difácil

Michael EndeMe gustaría saber si, en este tinglado de la vida, todo es tan difícil como parece o si, por el contrario, todo es tan fácil como parece. ¿Somos quienes queremos y creemos ser, o somos quienes nos impelen a ser? Y no queda ahí la cosa, así es mi curiosidad; ¿sabemos lo que creemos saber o sólo sabemos lo que nos permiten saber? ¡Ah, querida! Hablas como si vivieras inmersa en el argumento de una novela de Ende.


Curiosamente -hago un inciso- escribí por puro fisgoneo en el buscador de Google esta frase “sólo sabemos lo que nos permiten saber” y el primer resultado que me devuelve es un artículo publicado en la web de ediciones Ende que trata sobre los principales tipos de narradores. En general, esa frase “sólo sabemos lo que nos permiten saber” da como resultado, en gran medida, a páginas que hablan de los tipos de narradores en la literatura, ¿no es esto muy hermosamente random? ¿no está todo muy preciosamente conectado?



El caso es que he llegado a una edad en la que las preguntas que me formulo pocas veces tienen una respuesta, sino satisfactoria, al menos, una simple respuesta. He debido entrar en la etapa de las preguntas trascendentales sobre la vida, la etapa del pensamiento crítico, de la reflexión sobre la vida, del autoconocimiento y blablablá.  Por lo visto, hay ciertas preguntas que nos preocupan a los adultos; las formulamos, pero no sabemos responderlas. Yo por más que intento responder a la pregunta ¿se puede parar una guerra?, y si sí, ¿cómo?, creerán que estoy loca si les digo que, de repente, sólo me vienen a la memoria los poemas de Gloria Fuertes. Ella sí que sabía parar una guerra.


Ilustración Gloria Fuertes
Gloria Fuertes vista por Esther Cabrales



En fin, que sigo aquí, en mi círculo nihilista que últimamente transito. Y es que, en definitiva, no he dicho absolutamente nada. 

Así es esto que llamamos lenguaje.


domingo, octubre 06, 2024

Dibujar

 


¿Os
he contado alguna vez que dibujar, ese momento que tiene algo de ritual, de magia, hace que pueda desaparecer de la escena? Es tal la abstracción, el ensimismamiento, que olvido, por ejemplo, que tengo hambre o sueño. Por olvidar, olvido que me duele el cuello al forzarlo en el ejercicio artístico. Olvido que soy yo, Esther. Olvido que la vida no se ha detenido y, cuando levanto la cabeza, ha caído la noche. Olvido que mi madre ha muerto, lo cual es bastante tranquilizador.


De modo que, dibujar, podríamos decir, funciona como bálsamo, como ungüento, como aceite de unción, "te unjo con óleo" y no sentirás dolor, olvidarás, por un momento, lo triste, no sentirás el peso de la vida. Así que, dibujo. Dibujo como una niña, como una loca, como si la vida me fuera en ello.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...