lunes, mayo 27, 2024

Texto de Ana Castro para la presentación de MONDO.

Presentación del poemario Mondo en la librería madrileña Enclave de Libros.
 A Esther Cabrales me une mucho más que Rojo-Dolor, la antología de mujeres poetas en torno al dolor en la que incluí algunos de sus poemas. Compartimos Cuerpos, el segundo poemario de la autora, publicado en la editorial Renacimiento (si, somos compis de editorial), que llegó a mis manos recomendado por Christina Linares. Entonces lo supe: la poesía de Esther y la mía estaban unidas por un hilo fino y poderoso, cual tela de araña a lo Louise Boirgeois. Su cuerpo era el mío; yo también habitaba esas páginas. Después de semejante descubrimiento, no he dejado de seguirle la pista y llegó Erosión, el primer poemario de la autora (yo los leí en el orden opuesto), y ya caí rendida: nuestra poesía dialogaba, El cuadro del dolor quedaba engarzado a su Cuerpos y Erosióny así, nosotras, por una especie de cordón umbilical del que las distancias y los horarios de trabajo demenciales de Madrid no nos han dejado disfrutar todo lo que nos gustaría. A estos dos libros publicados, le siguieron Animal y Lengua Muerta.

Con Mondo me sucede algo parecido. Llega justo cuando la pequeña libretita que llevo conmigo a todas partes comienza a llenarse, sin ser algo característico en mi escritura, de poemas que exaltan el amor y la ilusión, como los que encontraremos en las páginas de este libro, sin dejar a un lado que, para que estas emociones existan y sean valoradas como tal, también deben existir sus contrarios: el dolor y la pérdida.

Aunque el amor sea el tema central que articula Mondo –el amor como reacción a la vida deshilándose–, no empacha ni embriaga, que bien sabe administrar Esther “los chismes del afecto”. Así, articula un complejo equilibrio para huir de lo cursi y, simplemente, invitarnos a bailar un tango, a escribirlo paseando juntos de la mano o presentarnos su crudeza (“el amor / es también ese bebé / bajo los escombros, / llorando con desesperación / al que, a duras penas, accedemos, / por mucha pasión que le pongamos”), cuando el amor acaba sirviendo sólo como “argumento / de un poema por escribir / un poema terrible”, de muy mal gusto, que terminamos no escribiendo porque adoramos “la estética del vacío”. He aquí otra de las claves del libro: el vacío, la soledad, y las “palabras llenas de vacío”, de las que hablaremos más tarde.

Sin embargo, sus poemas están llenos de un hambre de esperanza e ilusión (contagiosas, que conste) –“qué diablos, por fin hoy, / nada importa tanto”–. Y es que Esther persigue la búsqueda de un refugio contra las inclemencias meteorológicas de la vida, que ni es tan bonita como nos habían contado, se sucede con un carácter reiterativo incontestable y está llena de prisas y angustias por no llegar a todo.

Me gustaría recalcar dos ideas fundamentales presentes en Mondo –en línea con lo que la autora llama “poesía que sabe a mañana”– y que para mí, tal y como concibo la vida y la poesía son esenciales: la soledad y la fuerza propia. Esther escribe que estamos solas, solas con nuestra voz y nuestros libros, pero solas, y que en nuestro interior hay una “fuerza desconocida / que viene de la rabia por salvarse”.

Haya o no amor, en ese futuro que nunca nos cuadra y que una noche de repente se nos echa encima, prevalecen el vacío, el desgarro, la ausencia, la soledad pero también la fuerza dentro de nosotras mismas para contrarrestar todo lo demás. Porque vivir con los ojos abiertos y el corazón cerrado, vivir así, da miedo, y cómo contarlo, si a veces todo se reduce a la búsqueda de una palabra que nos haga mejores. En Mondo, Esther, sin duda, la ha encontrado.


jueves, mayo 09, 2024

Palabras para escribir el mondo. [Rocío Rojas-Marcos]

 Palabras para escribir el mondo.


Mondo titula este poemario Esther Cabrales, mondo, como mundo en italiano, o mondo como algo despojado de pelo o dinero especifica el diccionario. Y así, entre esas dos posibilidades se abren camino los versos de estos poemas. Entre el mundo completo al que la autora quiere dejarnos entrar, un mundo despojado de florituras, sin alardes, sin excesos, pero cerrado como en un círculo perfecto sobre sí mismo, “A cal y canto” como titula uno de los poemas, así queda cerrado el mundo incluido en estas páginas cuando escribe “Da miedo/vivir da miedo”, para llevarnos hasta el borde del abismo desde el que intentar no caer, pero sí sentir ese miedo real al que nos enfrenta. Miedo no a los incendios, ni a las guerras. Miedo no a los abusos, ni a las muertes. Miedo a las palabras vacías, y es que qué da más miedo que eso. Pues si un incendio arrasa y la muerte inesperada nos destroza, las palabras vaciadas de significado, utilizadas para manipularnos y manipular lo que nos rodea, se convierten en el arma más peligrosa que podamos imaginar. Eso sí da pánico.

Conforme avanzamos por los versos de estos poemas vamos encontrando esas ideas fuerza que los tensionan. Esos hilos invisibles que establecen vínculos entre palabras como soledad, cuerpos, ausencia, regreso o vacío. Palabras que aquí no son de las que dan miedo, no son de las vaciadas, sino todo lo contrario. Palabras que se cargan con toda su capacidad, todas sus acepciones, incluso que se contagian unas de otras para enriquecer cada uno de sus campos semánticos. Entonces discurrimos de continuo por estos versos, se establece entre ellos un ritmo sinuoso que nos hace desplazarnos de un modo continuado, que nos impide dejar la lectura para después. En este avance sin pausa Esther Cabrales nos lleva de la mano por unos poemas en los que la primera persona se ha apoderado de la voz dominante y nos traslada hacia el futuro que se plantea a lo largo de la obra creada. Entonces al leer y a deshora se llega/ a nuestro futuro/ que, también te digo, nunca cuadra/y la noche se nos echa encima, parece que nos adentramos en ese mundo cernudiano de desequilibrio entre la realidad que vivimos y el deseo que proyectamos. También encontramos ecos de esa desazón antigua, ecos de amores fracasados y otros ritualizados, mientras el padre amado se aparece y se asoma desde su “Mondo” para terminar siendo el mayor de los maestros poetas de Cabrales. 

Cierra el libro una Declaración de intenciones. Si antes decía que a lo largo del libro la autora desea llevarnos de la mano hacia ese futuro que parece situarse en el desajuste, al llegar al final la obra se ilumina gracias a la luz que entra por las rendijas de una persiana. Así tú con mi vida dice el verso que cierra el poemario, afirma la declaración que Esther Cabrales lanza al futuro, lanza al mundo, o al mondo, o al aire mondo de asperezas, límpido y luminoso. Entonces aparece el punto final y todo lo creado para nosotros a partir de esas palabras cargadas de fuerza cobra sentido mientras se cierra, como decía, a cal y canto para dejarnos permanecer dentro.

ROCÍO ROJAS-MARCOS 


Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...