jueves, octubre 29, 2015

La posteridad de la pajarita de papel

Por casualidades de la vida, he rescatado de mi biblioteca El cementerio marino, de Paul Valery, un hermoso poema de uniforme estructura y exigente rima, -por otra parte, extraordinariamente comentado por el profesor Cohen y traducido por Jorge Guillén-, sin percatarme de que, entre las páginas del libro, viajaba una pajarita de papel. Yo, antes, hacía esas pequeñas aves de papel y, por lo que observo, debía guardarlas entre los libros, además de plumas, pétalos, recibos, tickets de compra, post-its emborronados,… en fin, ya saben. Ahí estaba, a la ciega espera de mi llegada. Ha caído al suelo ante la estupefacta mirada de los viajeros del tren de cercanías. Alguien dice, se le ha caído esto. Esto. Una bellísima pajarita de papel que aguardaba, pacientemente, el milagro de un vuelo imaginario. Con rubor la recojo, la devuelvo a sus páginas y me quedo meditabunda.  ¿Qué tipo de sentimiento habrá suscitado ese hecho  tan poético para mí?, ¿compasión por su lamentable encierro?, ¿indiferencia por su condición de papel?, ¿júbilo al pensar que aún existen esos elementos que, encierran, a su vez, momentos vitales, en el interior de los libros? Se impone la posteridad de la pajarita de papel.

martes, octubre 27, 2015

yo misma soy el precipicio por el que me despeño



no sé bien quién soy. ¿debo saberlo? lo cierto es que, a estas alturas, no sé mucho de mí misma. ¿qué sé? sólo que no puedo respirar, aunque, a priori, se trata de una tarea sencilla. uno inspira y espira regularmente y, si eso sucede, puede concluirse que se está vivo. yo inspiro y espiro. ergo estoy viva. es decir, que esa imposibilidad de respiración es simplemente dificultad. mi aire entra y sale pero, duele. en algún lugar dentro de mí, duele. y mi dolor se traslada hacia otros lugares como un caracol doliendo dondequiera. te duelo. me duelo hasta el desmayo ¿qué hacer aparte de hablar conmigo misma? escribirme lenta y largamente. no decir. como lo expresaría Duras, borrar huellas –aullar sin ruido-. apartarme de un soplido. leer. estoy demasiado pendiente de ser yo misma. también del hecho de escribir, de la poesía que cercena. desaparecer de algún modo. algo así como una muerte. no hay palabras sino un abismo. yo misma soy el precipicio por el que me despeño.

miércoles, octubre 21, 2015

Poemas desde la muerte

No supe de la tierra
hasta el momento en el que me hicieron
toser
-tosa, tosa de nuevo, una vez más-
para comprobar si de mi vientre manaba sangre.

Olvidé comerme la placenta
aún caliente
e ignoro el día de mi próxima muerte.

Llevo flores, amapolas,
bocas, tripas.

Me preparo.
Cepillo mi pelo cien veces.
Subyuga mi más sórdido camisón
al sueño más cálido.
Vomito una recóndita purga negra.
Estoy lista.

Adonde te lleve el cabo de un hilo.

U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...