A mi reina de seda.
Te esperocomo quien espera a una reina,
poniendo cuidado en cada gota de lluvia,
en cada dobladillo del cielo,
en cada raya dibujada en el mar.
Pero temo el blanco,
la asepsia,
la sala sola.
Temo no saber recibirte.
Asustarte, espantarte.
Yo te espero
temblando,
leyendo a Müller, a Woolf.
Te espero
como quien espera a una reina
de seda,
con las manos llenas de colores
y los sueños
invadidos de dientes de león.
Aquí me tienes, mi reina,
sin saber ni qué decir,
cantando nanas sólo para ti.
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