
Esther Cabrales (Madrid, 1973). Poeta. Ha cursado estudios de Derecho y de Filología Hispánica que jamás concluyó, porque siempre estuvo profundamente dedicada al sector financiero. Ha publicado Erosión (Renacimiento, 2017), Cuerpos (Renacimiento, 2019), Animal (Torremozas, 2021), Lengua muerta (Páramo, 2021), Mondo (Bajamar, 2024). Poemas suyos han sido incluidos en antologías nacionales, como son Rojo Dolor (Renacimiento, 2021), Distopía en femenino (Elenvés, 2023).
domingo, enero 25, 2009
domingo, enero 18, 2009
miércoles, enero 14, 2009
Enero y sus límites
Este frío invierno se adhiere a la piel
como una musaraña precipitada,
dibujando los contornos de mi cuerpo
a golpe de uña y hiel.
Mis límites absurdos de triste enero
se confunden con el vaho de tu boca
cuando auspicia alguna promesa remota.
La lluvia siempre me recuerda a muerte.
A padres.
La nieve siempre me despierta un dolor obsceno
que palio con tu cuerpo desnudo y cálido,
al que recibo entre sábanas y susurros
con la avidez de un recién nacido.
Este frío de enero se pega a la piel
como la seda roja a la porcelana.
Así es como limita mi cuerpo
con la entristecida lejanía
de este invierno cruel.
domingo, enero 11, 2009
sábado, enero 03, 2009
TRISTE BAILE DE HUESOS
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados."
del poema Alma ausente
(F.G. Lorca)
Hoy me pienso ellos,
con el tiempo detenido entre mis dedos
y el viento agitado de ausencia.
He traído a mi memoria
aquellos muros heridos
de silencioso terror
de miles de padres irrepetibles,
hijos,
hermanos que se olvidan
en un montón de perros apagados.
Hay una ruina de lápidas en el cielo,
un velo de ignorancia que daña,
de nombres prohibidos
que se escriben con letra pequeña.
Es el miedo esta ausencia de sentido
de gritos orillados en la tierra.
Hoy me pienso ellos
y rehuyo al dolor.
Lo peor
es que todos los muertos se olvidan,
pero
hoy me pienso ellos
y hay un triste baile de huesos,
aullando
por permanecer vivo.
Hoy, con el tiempo detenido entre mis dedos,
me pienso ellos,
muertos para siempre,
y sueño
lápidas.
Adonde te lleve el cabo de un hilo.
U no llega a Vladimir Maiakovski no por casualidad. No es fácil toparse con ese autor siguiendo la senda aterciopelada de la impasibilidad. ...

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