lunes, diciembre 21, 2015

Interrogatorio

Camino, cada día, a este lado de la verja.
Señoreada por los siglos.
Aún hoy me estremezco.
Recuerdo el frío.
El vaho salir de las palabras.
No había testigos.
Tan sólo, lilas.
Un momento, no. 
Era diciembre.
Eso sí lo recuerdo.
Todo el mundo sabe que en diciembre no hay lilas, sino sarmientos.
Tenebrosos y retorcidos como un dolor.
Hacía frío, eso es seguro.
Aunque ella no lo sentía.
Acarreaba libros. Dos, tres. Cuadernos preciosamente garabateados, quizás.
Era bien entrada la mañana.
Prolijo el tráfico.
Ruidoso, ya saben,
esa clase de trajín de gran ciudad.
Pero ella no escuchaba nada.
Absorta en la mirada.
En el azul. En el naranja.
Ignoro lo demás.
Lo intento en vano.
Yo sólo pasaba por allí.
Fugaz.
Sí. 
Bueno.
Un último y pequeño detalle.
Tal vez que
la sonrisa se hizo beso.
Y eso fue lo que, a mi juicio, la mató.

jueves, diciembre 10, 2015

Tengo miedo.

Tengo miedo. Así como lo siento lo digo. Este miedo es un miedo impreciso. Germinado en el amor. Tal vez en el deseo. Frío como el aliento de un lobo aullando a la luna. Es un cadáver que espera en la cámara mortuoria. El canto melodioso de la reina de hielo. Es una cara b de los Banshees. Un feto de tres días.
Es grande este miedo mío pero, también es ambiguo. Tiene algo de luminoso. Como la presunta claridiscencia justo antes de la muerte que ciega, impidiendo ver el escenario, los personajes, sus brazos, sus manos que acarician, sus labios. Desearía estar fuera de la obra. No totalmente. No tener responsabilidad en ella. Poder contemplarla como espectadora. Tomar notas. Subrayar. Escribir al margen apuntes que caerán en el olvido.
Por eso cojo tu mano. Dejo que me lleves. Me abandono. Y este miedo sigue siendo impreciso a tu lado, pero es menos miedo, menos frío. Más humano.

viernes, diciembre 04, 2015

Y no sabrás...

Y no sabrás cómo son mis ganas.
Ni cómo muerdo las preocupaciones.
Nunca me verás enredar un mechón de cabello distraídamente en el recuerdo dibujando espirales.
Desconocerás mi cara de asombro frente al espejo cuando devoro tus ojos.
No entenderás lo que me duele aún aquella pérdida.
No descubrirás de qué modo acaricio fantasmas sólo con mirar.
Ni cómo, al amanecer, canto desolada.
No hallarás junto a mí una sonrisa de gato.
Tampoco contemplarás este cielo verde rosa amarillo que contemplo ahora.
No escucharás el temblor.
No sentirás la agonía.
Seguiremos siendo
unos completos desconocidos.
Respira.

De ella

De ella se dice
que está perdidamente
enamorada
de las palabras

y de la luna.

Obrar una alquimia

Decir la verdad tal y como la ve [el poeta]. Decirla tan bellamente, tan sorprendentemente como pueda; encender con ella su propia capacidad...