Escribí hasta que no pude más.
Hasta comprender
la inutilidad de mi lenguaje.
Después dibujé.
Durante años colores y muñecas.
No salió de mí ni una sola palabra
que no tuviera que ver con el dolor.
No diré absolutamente nada de mi cuaderno.
Lo llevaba conmigo.
Siempre.
Ahí había algo parecido a la escritura.
Pero sólo hablaba de mí.
De la no-palabra,
de la ausencia.
Una suerte de urdimbre suave y fosca.
Esther Cabrales (Madrid, 1973). Poeta. Ha cursado estudios de Derecho y de Filología Hispánica que jamás concluyó, porque siempre estuvo profundamente dedicada al sector financiero. Ha publicado Erosión (Renacimiento, 2017), Cuerpos (Renacimiento, 2019), Animal (Torremozas, 2021), Lengua muerta (Páramo, 2021), Mondo (Bajamar, 2024). Poemas suyos han sido incluidos en antologías nacionales, como son Rojo Dolor (Renacimiento, 2021), Distopía en femenino (Elenvés, 2023).
lunes, enero 25, 2016
Colores y muñecas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Bric-à-brac
Pesa . El verano, digo. Me había reservado, con la ilusión de una niña, un par de libros de lectura. Saben de mi devoción por ciertos autore...

-
El hombre aproximativo , de Tristán Tzara . ... un tronco de árbol puesto sobre el borde fuma todavía espesas nubes y un bosque querría pega...
-
Pesa . El verano, digo. Me había reservado, con la ilusión de una niña, un par de libros de lectura. Saben de mi devoción por ciertos autore...
2 comentarios:
La palabra nos hace libres.
Un abrazo.
También nos mantiene presas de nuestros recuerdos y fantasmas. Uno no sabe.
Gracias John.
Publicar un comentario