miércoles, febrero 12, 2025

Pecado mío.

Recuerdo que fue mi querido amigo Javier Puche quien me inoculó esta avidez por el ruso. Era muy intenso en sus discursos y, gracias a él, me hice con Risa en la oscuridad. En una entrevista le preguntan a Nabokov si le molesta el rotundo éxito de su novela Lolita, a lo que el escritor responde, no sin exasperación, que lo que realmente le molesta es la mirada de quienes quisieron dar a conocer al mundo ese personaje desvirtuándolo de su verdadero carácter, dotándolo de atributos falsos, como la edad -superior a la real- o la fisonomía -cuerpos opulentos-. Aclara el novelista que una nínfula, término que Humbert Humbert usa habitualmente para hablar de la niña, no es una muchacha de veinte años como se empeñaron en mostrarla al mundo. 

Nabokov visto por Esther Cabrales
Lolita, Lo, Dolly, es una chiquilla de doce años, a la que apenas le ha aparecido el vello púbico y le han despuntado levemente los senos, una nínfula. Y, en ningún caso, una niña perversa, como quisieron también interpretar aquellos lectores poco avezados, atravesados por la mirada hipócrita. Lolita es una preadolescente con esos intensos cambios de humor, caprichosa y egoísta, todo lo propio de esa edad, pero no perversa. Y, además, sola en el mundo. Nabokov dice expresamente que es una “pobre niña que corrompen y cuyos sentidos nunca se llegan a despertar bajo las caricias del inmundo Sr. Humbert”. Pero qué gusto de lectura. 

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta. Así empieza esta historia y ya te engancha como una droga. Y sueñas con ella. Y deseas escribirla. Y odias al genio por ser genio y tú un papanatas que sólo sabe escribir versos mediocres. Mierda.

Leed al maestro.

Pecado mío.

R ecuerdo que fue mi querido amigo Javier Puche quien me inoculó esta avidez por el ruso. Era muy intenso en sus discursos y, gracias a él,...