Sabía que tras las nubes,
la luz aún brillaba.
Así que esperó
alentada por el viento
de su voz.
Esther Cabrales (Madrid, 1973). Poeta. Ha cursado estudios de Derecho y de Filología Hispánica que jamás concluyó, porque siempre estuvo profundamente dedicada al sector financiero. Ha publicado Erosión (Renacimiento, 2017), Cuerpos (Renacimiento, 2019), Animal (Torremozas, 2021), Lengua muerta (Páramo, 2021), Mondo (Bajamar, 2024). Poemas suyos han sido incluidos en antologías nacionales, como son Rojo Dolor (Renacimiento, 2021), Distopía en femenino (Elenvés, 2023).
Cogí con muchas ganas a Ricardo Menéndez Salmón del que se comenta entre la crítica más lateral, como así la llama Vicente Luis Mora –crítica literaria que se deja permear por su entorno cultural- ser "uno de los narradores más exquisitos, honestos y originales de la nueva narrativa española". Cuando uno decide que el mundo literario que más le gusta, o le interesa, o en el que más cómodo se encuentra es el entorno a esta generación de escritores afterpop, asume como complicación –digamos también como reto- el riesgo de no comprender del todo lo que se lee. El porqué escogí Gritar, en lugar de Panóptico, La ofensa o Derrumbe, su novela más reciente, debe ser por mi inclinación hacia el gusto por el relato corto, género, primo-hermano del cuento, en el que en poco espacio cabe un universo.
Gritar son nueve relatos, sucintamente dedicados, y alguno –en fin, uno- peinado con una buena cita de Proust. Penetrar en ellos es tan sencillo como coger una llave y abrir la puerta. Pero una vez dentro de su mundo, una vez que se es su mundo, nada extraña. Si que es cierto que los relatos son arriesgados y muestran el mundo como lo conocemos hoy, con sus problemas, miedos y conductas. Pero lamento tener que decir que estos nueve relatos cometen el exceso de la previsibilidad. Si algo he aprendido en estos años de lectora es básicamente que me gusta que un relato sea capaz de sorprenderme. Ricardo Menéndez Salmón no lo consigue en Gritar. No he podido evitar anticiparme a las historias, como cuando se ve una peli mala a la hora de la siesta que sabes de antemano que el chico guapo y dócil es el asesino de la prostituta. Algún rasgo en ellas las hace evidentes y no creo que ese algo sea mi imaginación. Me da la sensación de que falla en ese proceso de escritura la fórmula original, exquisita y honesta de la que habla la crítica.
Por otro lado hay una tendencia a extranjerizar los relatos, globalizarlos, no sé cómo decirlo, hacerlos internacionales usando nombres y escenarios como Olsen, Bruni, Richard, Joshua McNaughton, Karen, Pieter Rühs que no es que me guste más o menos, simplemente me pregunto porqué allí y no aquí, ¿una forma de abrir fronteras a su literatura? ¿o una manera de remotizar historias hacerlas verosímiles o interesantes?
Me sabe mal que mi impresión sea esta que dejo escrita y lo cierto es que hubiera deseado que fuera otra, más amable y menos contundente, porque tenía ganas de Ricardo Menéndez Salmón, pero pesa demasiado el desencanto. Desde luego lo seguiré intentando con Derrumbe. A veces las decisiones de nuestras lecturas no deberían ir tan de la mano de la crítica, pues puede suceder que sea la misma crítica la que aplauda a autores con los que comparten más que la literatura.
Hoy las nubes han caído hasta sus pies como un ejército triste. Juana de Arco recorre el Paseo de Recoletos cortando cabezas a su paso. Casi no se puede caminar en el valle de las Termópilas.
Parece que llega tarde y el árbol no aparece. El agujero negro de su pecho lo siente lleno de melancolía barata. Tantas ganas de nacer. La mano en el pecho. Al fondo, una goleta gris de siete palos aguarda su llegada cuajada de persas y economistas.
Un anunciante grita las noticias desde la torre más alta, tienes derecho a morir, tu cuerpo es tuyo. Nosotros, los snobs, te ayudaremos. Smells like you parecen canturrear las flores. No se puede enfrentar una batalla habiendo desayunado sólo un love will tear us apart.
Un sombrerero loco va sujetando su cola de seda y organza para que no arrastre por el suelo lloroso. Tienes que estar guapa de blanco. Ella embarcará para no volver. Eso debería saberse. Hundirá espadas en los pechos desnudos, beberá su tétrica victoria con entusiasmo y llorará en silencio su marcha. Porque ella embarcará para no volver. Eso debería saberse.
Este vivir incompleto
tragando pedazos de cristal,
ahogándome en imprentas, ficciones,
este soñar con toda la nada
de hermosas maldiciones.
Este tormento de gatos muertos
de herrumbre
de arañazos y lamentos.
Este amparo en la metáfora,
en la libropatía compulsiva.
Este doliente respirar
el aire viciado de ti,
sólo consigue que quiera escapar
huir, correr
de este cuerpo que hoy me acoge.
Entre estar triste y depresiva. Con ganas de viajar al último confín pero sin moverme del sitio. Entre querer descubrir el mundo pero sin dejar de levantar la vista. Entre querer percibirlo todo pero sin llegar a abrir los ojos. Entre querer ser todas pero ni siquiera ser yo. Cansada de las verdades indelebles, cuando parece que sólo el amor puede arreglar el mundo. Un mundo amenazado por la noche polar. Espera, un segundo. Stop. Parece que ha quedado ceniciento. Si ha quedado gris, será que lo es. Cansada. Muy cansada.
Tal vez la vida sea sólo eso. La lectura de aquel libro. Escribir un verso, probablemente mediocre. Subrayar frases hermosas con marcadore...