jueves, octubre 16, 2025

Obrar una alquimia

Decir la verdad tal y como la ve [el poeta]. Decirla tan bellamente, tan sorprendentemente como pueda; encender con ella su propia capacidad de asombro; obrar una alquimia al interior del lenguaje—en eso residen la forma y la existencia de la poesía misma.

Leonore Kandel



Acabo de conocer que Erik Satie terminó con el corazón roto por amor a Suzanne Valadon, una mujer desaforadamente libre. Pintora. Aunque fue muchas otras cosas como modelo, modista y otras que no recuerdo. Pero, aunque esto nada tiene que ver -o sí- con la premisa inicial de la poeta neoyorquina, todo es poesía. Cuando me siento tan afligida que disfruto regodeándome en mi tristeza, suelo escuchar a Satię. Sus Gymnopédies me arrastran por el más delicioso fango. Y es un misterioso gozo comprender que todo está íntimamente imbricado.

Descubrir a Valadon mientras lees con interés artículos sobre Kandel y comprender que Satie, que ya estaba en ti mucho antes que ellas, atravesó un gran dolor por el amor a esa pintora a la que llegaste por sus cuadros de desnudos femeninos tan brillantes y sensuales y que, no sabes muy bien por qué, te ha llevado a releer a la poeta de "hardcore pornographx", ¿o fue al revés? Y pensar también en mi madre, caramba, que nació en 1934, mientras que Kandel nació en 1932 y parecía vivir un mundo tan distinto, tan ajeno, tan provocador, tan avanzado culturalmente, mientras que mamá ponía lavadoras y cocinaba para sus hijos y rezaba. Vaya si rezaba. En otro lugar del mundo escribían "No hay varias formas del amor / hermoso /pero te amo de todas las formas posibles, te amo / amo tu verga en mis manos, agitándose como un ave entre mis dedos..."

Obrar una alquimia

Decir la verdad tal y como la ve [el poeta]. Decirla tan bellamente, tan sorprendentemente como pueda; encender con ella su propia capacidad...